El Corredor Ecológico Cerro Mactumatzá–Meseta de Copoya es un área natural clave para la biodiversidad en los municipios de la zona Metropolitana de Chiapas, pero este enfrenta una crisis ambiental por el avance desordenado de la mancha urbana, la degradación de suelos y la contaminación de sus mantos acuíferos, reveló un estudio técnico realizado por autoridades ambientales.
Análisis
De acuerdo al "Estudio técnico justificativo de la zona sujeta a conservación ecológica Corredor Cerro Mactumatzá–Meseta de Copoya", la falta de planeación urbana ha impulsado la ocupación ilegal de predios en laderas y taludes, es decir, pendientes inestables formadas por acumulación de fragmentos rocosos.
Esto expone a miles de familias a deslizamientos de tierra y derrumbes. Aunque el Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez ha prohibido nuevos fraccionamientos en la zona, habitantes de colonias periféricas como Copoya y El Jobo han desmontado áreas para construir viviendas, acelerando la deforestación y la erosión del suelo.
Ejes
Entre algunas soluciones está la reforestación urgente de áreas degradadas para reducir la erosión. Saneamiento de drenajes y construcción de plantas de tratamiento en colonias aledañas. Y vigilancia reforzada contra la tala y caza ilegal, son algunos de los ejes de acción que recomiendan autoridades medioambientales.
En un contexto donde el 60 % del área de la reserva presenta pendientes pronunciadas propensas a procesos gravitacionales (remoción en masa), agravados por lluvias intensas y la tala clandestina.
El estudio, respaldado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), advierte que la urbanización en laderas incrementa la vulnerabilidad de los habitantes ante desastres.
También se detallan daños por los drenajes de las colonias que han infectado los acuíferos subterráneos con agentes bacterianos, poniendo en riesgo la salud de pobladores y la fauna local. La caza furtiva y la recolección desmedida de plantas nativas amenazan especies endémicas, como el jaguarundi y orquídeas silvestres.
Según la Secretaría de Medio Ambiente, el 40% de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) en México enfrentan presión urbana. El corredor Cerro Mactumatzá–Copoya, con su mix de selva baja y bosque mesófilo, es vital para conectar reservas mayores, además de ser hogar de cientos de especies de aves migratorias cada año.