“Es un tumor maligno”, fueron las palabras que Claudia recibió en la Ciudad de México por un médico oncólogo del Hospital Siglo XXl en el año 2019. Por fin le daban el diagnóstico. Palabras que le calaron hasta los huesos. Tuvo miedo, no a la muerte, pero sí a dejar en la orfandad a sus tres hijos.
Claudia Gómez Ruiz es una trabajadora social de 52 años de edad radicada en Tuxtla. Al igual que muchas madres mexicanas, ha luchado contracorriente. Ha tenido que superar diferentes retos, pero no se ha dejado vencer ni por el cáncer, mal con el que libra una batalla cara a cara desde hace cuatro años.
“No me voy a dejar caer, tengo que salir adelante. Mis hijas, hijo y mis nietos me necesitan todavía. Soy madre soltera; mientras tenga vida hay una esperanza de salir adelante”, comparte.
En entrevista para Cuarto Poder, en medio del festejo del Día de las Madres, expresa que desde hace 16 años labora en la Secretaría de Educación, trabajo de donde fue despedida de manera injustificada y mediante un recurso legal ganó su reinstalación en junio del 2016.
Es madre de tres hijos de 26, 24 y 14 años, respectivamente, además dos nietos: Alí, de 5 años, y Lían, de seis meses, los cuales son su máxima fortaleza en estos momentos.
Un doloroso diagnóstico
De manera repentina comenzó con un sangrado intenso y al acudir al IMSS en la capital chiapaneca, el médico le dijo que eran miomas, que no era algo de peligro, eso fue en el 2017.
“Así me traían, me inyectaban, nunca hubo un tratamiento, nunca una revisión a conciencia. A la par, comienzo a observar que mi estómago comenzaba a crecer de manera exagerada, como un embarazo, pero no había tal. Me comencé a preocupar y al no recibir atención tuve que hacer una denuncia pública. Fue así como me hicieron caso y se percatan que era algo grave. Así me mandan a la Ciudad de México dos años después. En Tuxtla nunca me dieron atención, los aparatos nunca sirven, no hay atención a los derechohabientes”, comentó.
Antes de partir de Chiapas, abrazó a sus hijos; Claudia no se despidió de ellos. Al llegar al hospital de la Ciudad de México tuvo una espera de nueve horas, pues no la querían recibir a pesar de tener la derechohabiencia.
“Ahí empieza la batalla. En noviembre del 2019, en el Hospital Siglo XXI, el diagnóstico inesperado de un tumor maligno de más de 20 kilos. En ese momento no pensé en la muerte, pensé en mis hijos, y más que nada en mi nieto que en ese momento tenía seis meses”.
Pensando en ellos, habló con su abogado de confianza, quien le aconsejó dejar todo en orden, por si la intervención para extraer el tumor no tenía el resultado esperado.
“Me voy a morir”, eso pasó por la mente de Claudia. Los doctores le advirtieron que las esperanzas de sobrevivir a la operación eran pocas.
“Ahí empezó mi penar, pero también tuve que sacar fortaleza. En mi corazón estaban mis hijos, una menor de edad que me necesita, y también pensé en mi nieto que padece autismo. Yo soy el sostén. Eso pasó por mi cabeza al momento de firmar la autorización para la operación. Qué puedo decir, estaba sola en otra ciudad, pero no tenía miedo”, expresó.
También tomó la decisión de hablar con su hija mayor, para pedir que su voluntad si no sobrevivía, era que no hubiera una disputa por las cosas materiales entre hermanos, por pocas o muchas que fueran.
“El doctor también me advirtió que si el cáncer era muy avanzado, no había mucho qué hacer. Yo le pedí mucho a Dios, y después de muchos estudios se concretó la operación. Al entrar a quirófano yo estaba tranquila. La doctora me preguntó por qué estaba resignada; le dije que si ya me tocaba, ni modo”, indicó.
Después de la operación para extraer el tumor, tuvo una lenta recuperación. Fue una abertura que se suturó con cien puntos a lo largo de la parte frontal del tórax.
Tras la operación, también le fue aplicada quimioterapia a cuerpo abierto. Claudia se observó en un espejo del hospital, estaba cadavérica, desgastada, con varios tubos en el cuerpo. “Me dije: tengo que salir adelante por mis hijos”.
Afortunadamente salió bien la operación y de manera periódica acude al centro del país para ver cómo va el cáncer, si no ha regresado, pues tiene esta característica; por ello, está en observación constante.
Todo esto ha soportado Claudia, siempre pensando en regresar a Chiapas a ver a sus hijos, pero por la herida tuvo que permanecer casi un mes en la Ciudad de México en un hotel.
Fue el 4 de diciembre, día del cumpleaños de su nieto, en que finalmente regresó a su tierra. Sus hijos se impresionaron al verla en extremo delgada. Lloraron, pero también estaban felices al tenerla de regreso.
En estos últimos cuatro años, Claudia ha padecido los estragos de la enfermedad, pero sigue adelante. Llegan momentos de depresión, aunque da la mejor cara por sus hijas principalmente.
Existe temor que el cáncer pueda regresar. A Claudia le quitaron el bazo, presenta problemas en el páncreas, lo que ha provocado diabetes; su hígado también resiente los estragos de su estado de salud.
Ha sido una lucha difícil, mas no es imposible, “he visto muchas mujeres quejándose y tienen salud. Es algo que no comprendo, lo que a mí me ha mantenido con vida es el temor a dejar a mis hijos, y tampoco voy causado lástima”.
Para este 10 de mayo festeja con sus hijas el Día de las Madres y, sin duda, una nueva oportunidad de vivir.
“Lo que le digo a las mujeres es que, a pesar de todas las adversidades, se puede salir adelante, no importa lo difícil que sea, se puede luchar para cambiar cualquier problema”.
“Pero yo no me rajo, no dejo los tratamientos que me han dado. Lo que puedo decir a pesar de todo, es que son cuatro años más de vida, con todas las ganas de salir adelante”.
“El doctor también me advirtió que si el cáncer era muy avanzado, no había mucho qué hacer. Yo le pedí mucho a Dios”.
Claudia Gómez Ruiz