Comprar ropa de segunda mano puede significar al mismo tiempo un beneficio para la economía familiar como para el planeta, pero también conlleva ciertos riesgos contra la salud de quienes utilizan las prendas si no se realiza la higiene adecuada.
En muchos de los casos, los costos en que se oferta la “ropa de paca” son sumamente atractivos, ya que se pueden encontrar prendas con un valor que va desde los cinco pesos hasta los 100 o 200 pesos, dependiendo del sitio donde se oferte y de la “calidad” de las mismas.
Sin embargo, al comprar ropa americana o ropa de segunda mano, existe la posibilidad de contraer alguna enfermedad de la piel, esto sumado a que en algunas ocasiones pueden encontrarse insectos como piojos, chinches, ácaros o enfermedades contagiosas.
Al respecto, la médico Fabiola Esquinca Cruz comentó que la ropa puede estar contaminada por virus, bacterias y hongos, los cuales pueden traducirse en diversas enfermedades de la piel que a la larga resultan difíciles de curar para quien las contrae.
Enfermedades conocidas coloquialmente como sarna, tiña e incluso hasta gonorrea, esto al adquirir ropa interior, ya que en muchos de los casos no se tiene el cuidado de lavar las prendas antes de venderlas y tampoco al usarlas.
Ante la necesidad o decisión personal de consumir ropa de segunda mano o americana, la experta en salud recomienda evitar comprar prendas si no se conoce el origen de o el proceso que se le da antes de ponerse a venta al público, donde lo recomendable debería ser que fueran desinfectadas.
Además, si por alguna emergencia o necesidad se debe comprar la ropa se pide incluso lavar la prenda con agua hirviendo o que se remoje en cloro por un determinado tiempo, con el objetivo de evitar riesgos de contagios por enfermedades dermatológicas.
En cuanto a prendas de piel, como chamarras o pantalones de piel, la recomendación de los expertos es depositarlas en una bolsa de plástico durante tres días y dejarlas expuestas al sol para su secado.
Por otra parte, existen quienes defienden la utilización de esta ropa como una manera de ayudar al medio ambiente, como Sofía “N”, quien comparte que esa fue la razón por la cual dejó de comprar ropa nueva.
“Es mi aportación al planeta, mucho o poco, pero tiene ya casi dos años que no compro lo que no necesito, prefiero el trueque o comprar en tiendas de ropa americana o de un armario comunitario”.
Incluso comenta que no es vergonzoso decirlo, puesto que no requiere del uso de una marca para llenar vacíos personales, y concluye: “A mí me ha funcionado preguntarme qué es lo que realmente necesito”.