En el 2014 el Río Grijalva arrojó de sus fauces una joya más. Con los trabajos de construcción de la presa hidroeléctrica Chicoasén II, un sitio arqueológico emergió de las orillas y con él 179 entierros humanos fueron hallados, también hornos de producción de cal y lo más importante, restos de un probable palacio.
Actualmente el Museo Regional de Tuxtla Gutiérrez mantiene una exposición temporal de algunos vestigios hallados en esta zona, parte de su historia y datos de lo hasta ahora investigado por la directora del proyecto, María Rebeca Yoma Medina, a quien Cuarto Poder entrevistó durante la inauguración de su sala.
Motivada y entusiasmada es como se le notó a la arqueóloga durante la exposición de los entierros, del hallazgo de las bases de casas habitación y de cómo tuvieron que tapar con arena la pintura roja encontrada sobra la base arquitectónica de lo que podría ser un palacio, vestigio aún no encontrado en los sitios del occidente chiapaneco.
“Es sorprendente lo que aquí hemos encontrado, aunque no se tenía conocimiento de un palacio como tal, se encuentra en Chicoasén, es sorprendente. Nos gustaría seguir explorando para saber un poco más de estas culturas, porque no es sólo la Zoque se asentó aquí, sino otras también utilizaron este espacio”, detalló Yoma Medina.
Agregó que todavía no puede afirmar si el monumento más grande (que han denominado Templo Rojo) es un palacio, debido a que se tiene que investigar más, pues los trabajos aún empezarán con la etapa del análisis de lo hallado.
Debido a diferentes estudios se ha detectado que este asentamiento inició aproximadamente en el año 200 antes de Cristo (a.C) y fue abandonado alrededor del 1500 después de Cristo, poco antes de la llegada de los españoles.
A diferencia de otros sitios prehispánicos como Palenque, donde las estructuras piramidales son altas, en Chicoasén los vestigios son más bien alargados, como ejemplo el denominado Templo Rojo, cuya base cuenta con aproximadamente 40 metros de longitud.
“Lo que ellos hacían (antepasados) era aprovechar el terreno y de acuerdo a la topografía realizaban sus estructuras. En el Templo Rojo todo la superficie esta cubierta de ese color, ahora le pusimos arena encima para que se conservara”, añadió.
En el sitio se han encontrado rastros del asentamiento de otras culturas, como la Olmeca y Maya, de esta última se creía que el límite de su expansión territorial habría sido hasta la orilla Oriente del Grijalva; en cuanto a la primera cultura su radio de asentamiento principal fue Tabasco y Veracruz.
“No sólo se asentó la Zoque, sino reutilizaron los espacios otras culturas, además tenemos como el límite al Cañón del Sumidero, entonces esto (sitio arqueológico) es una confluencia de culturas en distintos momentos y será sumamente importante lo que nosotros podamos aportar a la historia”, indicó.
Otro de los rasgos sorprendentes de esta nueva zona, son los 179 entierros; todos los esqueletos se encuentran en diferentes posiciones y la mayoría de ellos fueron enterrados a las orillas de los hornos de cal, un hecho aún sin explicación.
La arqueóloga explicó también que la zona arqueológica está divida en 29 sitios diferentes, y para ella esto obedece a la situación geográfica del lugar y no se refiere a asentamientos autónomos.
“La extensión de este gran sitio, que creemos es uno solo, considero se debe a que no existen partes planas, al ser una zona agreste obviamente tuvieron que adaptarse a las cuestiones orográficas de los terrenos, por lo que no pudieron hacer una concentración masiva en un solo lugar”, puntualizó.
En estos 29 diferentes sitios se han encontrado estructuras de edificios administrativos, ceremoniales, habitacionales, de enterramientos correspondientes a distintos momentos, toda la infraestructura de una ciudad.
También se halló un sistema de drenajes, similares a los encontrados en Palenque, lo que indica una tecnología urbana avanzada para su época, debido a la geografía de cañadas estos canales también servían para desaguar.
“Qué se le puede decir a las personas que actualmente poseen las tierras donde excavamos y caminan por esos senderos. Qué se le puede decir a toda esa gente que se involucró de manera tan auténtica, dando de cierta forma un salto al pasado para darse cuenta que podían conocer de frente a los habitantes de antaño”, finalizó Rebeca Yoma.