San Cristóbal pierde otro edificio colonial en el centro

San Cristóbal pierde otro edificio colonial en el centroSu patio servía como lugar de encuentro para quienes venían desde lejos a curarse. Manuel Martínez / CP

El edificio que fue consumido en un 80 por ciento de su estructura y en donde perdió la vida Francisco Díaz, es una casa colonial de gran valor histórico para la ciudad, ya que fue el hogar de don Máximo, “el huesero”.

Omar Fabián Guillén Navarro, integrante del Consejo Municipal de Cronistas de San Cristóbal, dio a conocer que las llamas consumieron la casa de este personaje, “una de esas casas que no solo sé habitan, sino que se quedan en la memoria”.

Estructura

Precisó en un comunicado que el edificio de estructura colonial tenía tres corredores con pilastras de madera que abrazaban un patio empedrado que resguardan varios secretos. 

Tenía techo de madera, tejas, tapanco, lajas de piedra en los corredores, traspatio y sitio. Un pozo que vio generaciones crecer.

Un espacio que fue testigo de las posadas con velitas y luces de bengala, santos antiguos, un gran nacimiento en diciembre, y cocineras que carrereaban en días de fiesta; “doña Bertha hacía grandes fiestas y seguramente generaciones atrás también”, agrega.

Don Máximo, “el huesero”

Explicó que don Maximino, “el huesero”, vivió ahí. Su fama trascendió el barrio, el municipio y el estado. “Decían que pegaba los huesos con clavos de ocote. Que quien llegaba con una fractura, salía caminando”.

“Sus manos fueron esperanza y alivio. Por eso, la casa era grande: los cuartos funcionaban como hospital, los pasillos como salas de espera, el patio como lugar de encuentro para quienes venían desde lejos a curarse. No había silencio ahí: había voces, llantos que sanaban y muchas historias”.

Y también estaba doña Piedad, su esposa; doña Claudia, a la que decían con cariño “la cuyita”, quien era la nana de la familia; además de doña Bertha, que sabía curar heridos como su padre, pero también sabía cortar el cabello, coser vestidos con algunos cortes de tela y hacer vestidos de Niño Dios.

Un lugar que quedará en la memoria

El cronista afirmó que a esa casa la definía la vida. La cotidianidad de un barrio profundo: “nosotros de niños llevábamos el achihual a los puercos, entre gallinas, guajolotes y patos”, indicó.

“Era un hogar que olía a leña, a comida coleta, a medicina de hierbas y cariño de esas manos azules que siempre nos protegieron; sin embargo, el fuego la alcanzó, y la destruyó casi en su totalidad. Una casa catalogada como monumento histórico, ahora es escombro caliente y cenizas.

Pero hay algo que el fuego no puede quemar. No puede quemar la memoria. Hoy, el paisaje del barrio cambia. El callejón donde sobresalía el techo de teja y corredores con lajas de piedra, ahora reflejan el vacío de lo que ya no está. Pero si algo sabemos quienes crecimos en un barrio, es que las casas no mueren si se cuentan sus historias”.

Señala que es importante dar a conocer lo anterior, “para no dejar en el olvido lo que fuimos y lo que nos formó. Porque mientras alguien recuerde las fiestas de esa casa, los rezos, las manos de don Maximino, la risa de la infancia llevando desperdicios a los puercos; esa casa sigue viva”.

“Hoy, no solo lamentamos la pérdida de una estructura, lamentamos la desaparición de un símbolo, que enmarcan cualquier fotografía de la plazuela. Y como habitante del barrio de los brujos o como ciudadano de este valle de Jovel me toca resistir al olvido. Porque cada vez que se pierde una casa así, perdemos un poco de nosotros mismos”, concluyó el integrante del Consejo Municipal de Cronistas de San Cristóbal.

Cabe señalar que el fuego consumió casi en su totalidad el edificio de características coloniales que se ubica en la zona de la plazuela del barrio de Mexicanos, en San Cristóbal de Las Casas. La autoridad no ha precisado la causa que originó el fuego.