San Roque: el corazón antiguo de Tuxtla

San Roque: el corazón antiguo de TuxtlaLa parroquia de San Roque se erigió sobre la loma que fue cementerio. Diego Pérez / CP

Con más de 300 años de historia, el Barrio de San Roque en Tuxtla Gutiérrez guarda en sus calles, su parque y su parroquia, la memoria zoque y las tradiciones que dieron origen a Tuxtla Gutiérrez; considerado uno de los más antiguos y emblemáticos de la capital chiapaneca, entre modernidad y resistencia comunitaria, este espacio es un lugar de identidad y fe para la población.

Ubicado en pleno centro de la capital, con más de tres siglos de historia, el lugar ha sido testigo de epidemias, reformas, celebraciones religiosas y resistencias comunitarias que lo convirtieron en un puente entre el Tuxtla antiguo y la ciudad contemporánea.

Origen

Su origen se remonta al antiguo Barrio de San Andrés, formado apenas por dos manzanas y una calle principal, donde hacia el siglo XVII se asentó un panteón mayor, construido a raíz de las leyes de Reforma y de las urgencias que dejó la epidemia de cólera.

Dichas enfermedades obligaron a sus pobladores a encomendarse a San Roque, protector contra la peste, cuya imagen se volvió faro de esperanza.

Entre casas de barro, caña y teja, la vida comunitaria se sostuvo en la agricultura, los oficios y la memoria natural: guayas, chicozapotes, flores de mayo y bromelias pintaban un horizonte donde la naturaleza dialogaba con lo humano.

La herencia zoque, que se remonta al 500 a.C. en Coyatocmó, la antigua Tuxtla, impregna todavía el pulso del barrio.

Aquella civilización sedentaria, que floreció en torno al Grijalva con calzadas que representaban los cuatro rumbos del universo, dejó un eco de grandeza que resistió hasta el siglo VI.

Más tarde llegaron los chiapanecas y los nahuas, dejando símbolos como el conejo sobre mandíbula que recoge el Códice Mendocino.

San Roque, en esa encrucijada de memorias, sigue siendo puente entre el Tuxtla antiguo y la ciudad contemporánea, guardián de danzas, indumentarias y gastronomía zoque que resisten al paso del tiempo.

En ese sitio, sobre la loma que fue cementerio, se erigió la parroquia de San Roque.

El parque, que antes fue camposanto, es hoy un punto de encuentro y memoria. Aunque el tiempo ha traído comercio, modernidad y remodelaciones, aún es posible encontrar casas de arquitectura tradicional, barro, caña y teja y un ambiente donde persiste el alma del Tuxtla de antes.

Allí, la cultura zoque se mantiene viva en las fiestas patronales, las bendiciones de mascotas en honor a San Roque, las coronaciones con flores y los altares familiares que rinden tributo a quienes ya partieron.

Comunidad

Además, la resistencia vecinal también forma parte de su identidad.

En septiembre de 2024, el Comité de Acción Ciudadana y los vecinos de la colonia se manifestaron contra una remodelación que pretendía talar árboles y levantar un domo de doce metros de altura en el parque.

En febrero del mismo año, en recién formado Comité de Defensa del Barrio San Roque logró detener la obra, defendiendo no solo el patrimonio histórico y natural, sino también la permanencia de la Biblioteca José Braulio Sánchez Constantino.

La comunidad, amparada en la Constitución y en la Ley General de Asentamientos Humanos, consiguió frenar el intento y reabrir la biblioteca con turnos dobles.

San Roque, junto a sus patronos San Roque y San Bartolomé, sigue siendo el barrio bullanguero de ferias, danzas, pozol compartido y memoria zoque.

Entre pasado y presente se levanta como símbolo de arraigo e identidad un manifiesto vivo de lo que alguna vez fue Coyatocmó y que hoy sigue latiendo en el corazón de la capital chiapaneca.