Durante la celebración del Día de Muertos, cada vez más familias en México recuerdan no solo a sus seres queridos fallecidos, sino también a sus mascotas, esos compañeros de vida que dejaron huella en sus hogares. En este contexto, la figura de San Roque cobra un significado especial como santo protector de los animales y, en particular, de los perros, símbolo de lealtad y compañía eterna.
Vida y obra
San Roque nació en Montpellier, Francia, hacia 1295. Fue un peregrino que dedicó su vida a atender a enfermos en épocas de peste, brindando ayuda espiritual y cuidados en su camino hacia Roma. Su entrega y misericordia lo convirtieron en un referente de solidaridad humana, pero también en un símbolo del vínculo espiritual con los animales.
Una de las escenas más recordadas de su vida ocurrió cuando él mismo cayó enfermo y se refugió en un bosque.
Un perro lo visitaba a diario para llevarle pan y lamer sus heridas, gesto que lo ayudó a sobrevivir.
Desde entonces, la iconografía cristiana lo representa acompañado de un perro, y la devoción popular lo reconoce como el patrono de los animales.
Ofrendas para las mascotas
En México, el Día de Muertos es una tradición viva que se adapta a los sentimientos de cada familia.
Hoy en día muchas personas colocan en sus altares agua, croquetas, juguetes o fotografías de sus mascotas fallecidas.
En algunos hogares, San Roque aparece en estas ofrendas cómo protector espiritual, guía para las almas de los animales que han partido y consuelo para quienes los extrañan.
En Tuxtla Gutiérrez existe una parroquia dedicada a San Roque, ubicada en el centro de la ciudad, donde cada año se realizan celebraciones en honor al santo.
En estas fechas no solo se recuerda su legado de servicio a los enfermos, sino también su papel como guardián de los animales de compañía, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y ternura, recordando que el amor trasciende la vida y que los lazos con las mascotas también forman parte de las memorias eternas que se celebran en el Día de Muertos.