La capilla de santa Cecilia se viste de fiesta con una celebración especial a la patrona de las y los músicos, quienes no dudan en hacerse presentes con sus mejores galas, algunos cargando trompetas, algunos más con guitarras, tambores o con el talento de la voz, que les permite cantar en honor a la santa.
Este día, 22 de noviembre, se hace honor a la patrona del barrio de Santa Cecilia, en Tuxtla Gutiérrez, en la capilla edificada sobre la 7a avenida Oriente, cerca de la 3a calle Oriente.
En este recinto se mezclan los sonidos de los tambores de las batucadas, la tuba de la banda, y la voz de los mariachis, con el sonido de los cuetones que anuncia la alegría de quienes —en el día a día— viven y llevan el sustento a casa a través de las composiciones musicales.
La mezcla incluye aromas tradicionales de las ferias como la pólvora recién quemada, el azúcar en forma de coloridos algodones, el aceite de las papas fritas y la harina con la que se forman los churros fritos, espolvoreados con canela y azúcar.
Ofrenda tradicional
Antes de que el grupo de músicos ingrese a la capilla se permite el paso de quienes portan el somé, el cual es la ofrenda que las y los músicos realizan en agradecimiento por las bondades y bendiciones recibidas a lo largo del año.
Los músicos entonan canciones y alabanzas a la virgen, santa Cecilia, dando paso a la celebración eucarística, la cual se lleva a cabo al interior de una de las capillas más pequeñas de la ciudad, pero que al mismo tiempo —se puede asegurar— es una de las más coloridas y llamativas dentro de la Arquidiócesis de Tuxtla.
De acuerdo con la historia, en el año 1584, en Roma se fundó la academia de la música, nombrando a santa Cecilia como patrona de la música de la Iglesia, decisión que después se volvió popular en todo el mundo.
Testimonio musical
Uno de los músicos con mayor experiencia en Tuxtla Gutiérrez es el señor José Antonio Flores Rincón, originario de Galecio Narcía, del municipio de Chiapa de Corzo, quien desde hace cuatro décadas vive cerca del parque de Santa Cecilia, siendo fundador del grupo de mariachis “Los Camperos.”
Flores Rincón se inició en la música desde a los 8 años, pues le gustaba tocar la guitarra; a los 10 años se integró a tocar la flauta en la danza del calalá, en Suchiapa; posteriormente, a los 18 años comenzó a tocar una trompeta, lo que le llevó iniciarse como mariachi desde el año de 1982.
Comparte que gracias a la música, sus seis hijos se lograron graduar, aunque ninguno se dedica a la música. Dentro de sus anécdotas destaca que en una ocasión fueron a una boda en Comitán, y en medio de la presentación musical llegó Julión Álvarez como uno de los invitados, y entonces el novio se levantó y comenzó a cantar, por lo que ellos eran los únicos músicos y se sumaron a interpretar las canciones del ídolo chiapaneco, sin ningún ensayo previo.
Comparte que a lo largo de los años, la forma en la que se contrata a los mariachis ha cambiado, pues antes se les buscaba en un horario de 6 de la tarde a 2 de la mañana, pero ahora todo ha cambiado, pues todo se contacta a través de las redes sociales o por teléfono celular.