En Chiapas, como en diversas regiones del mundo existen prácticas ancestrales que profundizan en la cosmovisión de los pueblos, una de ellas, presente en la zona zoque, es “alimentar” a la madre tierra.
Se trata de un ritual ancestral mediante el cual los particulares entregan ofrendas a la tierra como pago por haberla ultrajada al construir o modificar el estado natural de la misma, explicó el investigador de la cultura zoque de la depresión central de Chiapas, Juan Ramón Álvarez Vázquez.
Edificación de viviendas
Es un acto antiguo y cada vez más en desuso en la edificación de viviendas en Chiapas, explicó el también antropólogo, historiador y danzante tradicional de la comunidad zoque en Tuxtla Gutiérrez.
Abundando en el tema explicó que desde la creencia zoque, cuando se realizan los cimientos de las casas, al centro de la misma se entierran animales que habitualmente son gallos, pero en algunos se dan casos de borregos u otro tipo de ofrendas como un ritual de regalo y agradecimiento.
Desde esa narrativa antropológica, el ritual representa el vínculo entre el hombre, el cosmos, la tierra y su entorno natural.
Al animal se le comparte trago y se baila junto a él por las cuatro esquinas del terreno, en representación de los puntos cardinales y del universo mismo.
Además se sahúma el espacio para que el animal abra camino, posteriormente un tanto “bolo” y maltratado, el animal es enterrado en una oquedad previamente preparada al centro de la edificación.
Ofrenda
Las madrinas, personas invitadas, le ofrendan a la madre tierra cigarros, trece monedas, alcohol, sal y cacao, aunque existen algunas variantes sobre los obsequios dependiendo de las regiones.
En cualquier caso se trata de agradecer y “dar de comer” a la madre tierra, pues fue ultrajada con la construcción en mención y en pago a esa situación se le ofrenda la vida de un animal.
Después de agregar los regalos y continuar con la danza, se lanzan triques, para despertar a la madre tierra e invitarla a que disfrute de las ofrendas.
Este pago devendrá en un estado de calma en la obra en construcción, además de ofrecer larga vida a los habitantes y una economía estable, pues la madre tierra “ya comió, dio permiso y está en paz”.
Esta, como otras muchas prácticas son ejercidas aún en Chiapas, aunque en una menor proporción por la pérdida del conocimiento de generación en generación. En cualquier caso, desde el punto de vista antropológico y cultural vale la pena mantener vivas estas tradiciones, pues representan la identidad de los pueblos.