Socavón existía desde hace más de cuatro años

Alejandro Gutiérrez Velasco, ingeniero civil por la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) y maestrante en Gestión de Riegos y Cambio Climático por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), aclaró lo vertido por el Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez sobre la aparición de un socavón en el embovedado de San Roque, del cual se tiene registro desde hace cuatro años.

El Ayuntamiento realizó un recorrido de inspección por el embovedado, donde informó: se detectó que las raíces de varios árboles están afectando la estructura, lo que representa un riesgo para la población. Con base en el dictamen técnico, se procederá a su retiro para prevenir daños mayores, especialmente en temporada de lluvias.

Ángel Torres, presidente municipal, en un vivo desde sus redes sociales, comentó: “encontramos un detalle de mucho riesgo, hay una socavación muy importante. Es un hueco que existe en la pared del embovedado […] La zapata ya colapsada, pudimos identificar está el andador San Roque, es una situación que se tiene que intervenir de manera inmediata, vamos a acordonar”, explicó.

Por su parte, Eder Mancilla, secretario municipal de Protección Civil, detalló dicha afectación no era tan considerable a comparación del año pasado; no obstante, la aparición de lluvias fuertes y extraordinarias, sismos y la presión del agua hicieron que colapsara.

“Tenemos un mes para trabajar porque inicia la temporada de lluvias en mayo. Ha sido también las raíces de los árboles lo que generó infiltración e hiciera se colapsara el muro del embovedado”, explicó.

Gutiérrez Velasco, como estudiante de Ingeniería, mostró desde temprano interés por el tema del embovedado, dando seguimiento puntual a lo ocurrido en la zona ubicada en la entrada del Andador San Roque, a la altura de la 5ª Sur Oriente.

El ingeniero documentó en noviembre de 2019 el deterioro del zampeado en el sitio, cuando aún no se registraba un colapso estructural. Sin embargo, para febrero de 2022 ya se evidenciaba el hundimiento de la bóveda, el cual se extendió entre abril y mayo de ese mismo año, alcanzando una longitud aproximada de 13 metros.

Ante esta situación, el Ayuntamiento emprendió nuevas acciones para reponer el zampeado, pero debido a la presión del agua, nuevamente fue destruido, dando lugar al estado actual del socavón.

Gutiérrez Velasco subrayó que no se trata de un fenómeno reciente, sino de un problema con antecedentes bien documentados. Incluso, como parte de su tesis de licenciatura, realizó un levantamiento topográfico detallado del sitio.