Tapetes anudados, joyas textiles de Pajalton
La familia Intzin muestra algunos tapetes con diseños ancestrales de comunidades indígenas. Diego Pérez / CP

Originario de la comunidad Pajalton (en tseltal, Pajal significa igual y Ton piedra, que quiere decir Piedras iguales), aproximadamente a 10 kilómetros del municipio de Tenejapa, Chiapas, don Javier Intzin López es uno de los pocos artesanos de esa región que se especializó para dedicarse a la elaboración de tapetes aunados (tejidos) a mano.

Con más de 22 años de experiencia en su labor, el maestro trabaja con su hija Cecilia Intzin y su esposa María Pérez quienes también forman parte del circuito artesanal de la comunidad.

Por medio de sus esbozos en cada tapete, la familia Intzin trasmite historias ancestrales y mantiene viva la cultura de Chiapas, además continúan armonizando su tradición textil y conservando la autenticidad de su labor.

Don Javier comenta que sus tapetes están diseñados con hilo de algodón y lana, este material es exclusivo de Australia por su resistencia, finura y calidad, el cual utiliza para resaltar detalles y acabados.

Para los colores naturales, el menestral utiliza añil que es la planta de nombre Jiquilite y da una tonalidad azul; Palo Brasil, esta especie de arbórea cuya madera da un tono rojizo se da en el municipio de Venustiano Carranza y para crear el tinte amarillo utiliza la planta llamada Palo Azul.

Resalta la importancia de la Grana Cochinilla, un insecto parásito del nopal que se da en el Valle Central de Oaxaca y es uno de los elementos más importantes y combinables que utiliza en su comunidad para crear el rojo carmín, por último la planta Barba de León, ésta crea el matiz amarillo.

“Al combinar y mezclar estas materias crean diferentes tonalidades, el cual usamos para teñir los hilos. La técnica con orígenes prehispánicos y oaxaqueña recientemente la implementamos en Chiapas, gracias a un maestro del arte textil de la CDMX que vino a capacitarnos sobre el tema”, explica el maestro.

La labor de la familia Intzin es de primera calidad y se refleja en sus aunados señoriales, con auténticos diseños que llevan las raíces indígenas de Tenejapa, San Juan Chamula, Chalchihuitán y Larráinzar.

Según el concebir de esas localidades, cada diseño porta un significado ancestral y espiritual, y pueden oscilar entre los cinco a siete mil pesos dependiendo las medias y mano de obra del tapete.