Cada Semana Santa, artesanos de diferentes municipios de Chiapas llegan a la capital para mantener viva una tradición ancestral: la elaboración de ramos de palma que se bendicen en el Domingo de Ramos.
Más allá de su valor religioso, estos representan el esfuerzo, la fe y la herencia cultural de generaciones.
Vendedores
En las afueras de muchas iglesias, durante los días previos al Domingo de Ramos, el aire se llenó con el crujir de las palmas secas, el murmullo de compradores y las manos hábiles de artesanos que entretejen historia, la fe y tradición.
Son los creadores de los emblemáticos ramos de palma, símbolos de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén; lo que da inicio formal a la Semana Santa.
Artesana
Laura, una artesana originaria del estado de Puebla, habló acerca de esta tradición, que ha estado en su familia durante generaciones.
“Aprendí este arte por los abuelos, ellos nos dejaron esta tradición y pues seguimos haciéndola cada año”, explicó.
Para Laura, el tejido con palma no solo es un legado familiar, sino también un acto de devoción.
“Soy católica y hacer esto me acerca a la iglesia, me hace parte de y me hace sentir contenta”, agregó.
Los ramos se elaboran completamente a mano, utilizando palma blanca y otros materiales naturales.
Sus diseños varían: desde los más sencillos hasta ramos con formas de cruces, flores y espigas.
Los precios oscilan entre los 20 y 35 pesos, dependiendo del tamaño y la complejidad del diseño.
Desde Chiapas con devoción
Por otro lado, Andrés, un artesano que viaja desde Aguacatenango, municipio de Venustiano Carranza en Chiapas, compartió su experiencia al realizar esta tradición.
“Los ramos se hacen de palma de suelo, me lleva como 15 o 20 minutos cada uno”, comentó.
Él, como muchos otros, emprende un viaje de varios días para vender sus creaciones.
“Venimos tres o cuatro días desde el pueblo. Tenemos que aguantar el calor, el hambre. Somos varios vendedores, por lo mismo a veces vendemos menos”, explicó.
Durante la pandemia, la situación fue especialmente dura para ellos, ya que no podían salir y mucho menos viajar a la capital para realizar sus ventas, por lo que su trabajo se vio centrado en otras actividades.
“Prohibieron salir y no podíamos vender, así que trabajábamos en el campo, en la cosecha para poder sacar para nuestro ‘taco’”, recalcó.
Una tradición viva
Los ramos de palma simbolizan los 40 días de la Cuaresma y el espíritu de fe que une a comunidades enteras. Asimismo, la historia de familia, resistencia y fe detrás de cada rama entretejida.
Estos artesanos mantienen firme la raíz de una tradición centenaria, una que florece cada año en las manos de quienes, con fe y paciencia, transforman la palma en símbolo de esperanza.