Tesoro natural en riesgo por extracción irregular
Los menos beneficiados son los artesanos y mineros. Diego Pérez / CP

En el corazón de Chiapas yace un tesoro natural de millones de años: el ámbar. Esta resina fosilizada, producto de la secreción de árboles ancestrales, ha cautivado a la humanidad por su belleza. Aunque en la era moderna enfrenta fuertes desafíos y pone en jaque la historia geológica y cultural de la región.

El doctor en Ciencias, Emilio Estrada Ruiz, explica que para que el ámbar se forme debe pasar por un largo proceso llamado ambarización. Esto ocurre cuando la resina cae del árbol y, con la acumulación de sedimentos, se comprime durante al menos 40 mil años. Sin embargo, existen piezas de ámbar que datan de hace millones de años.

Debido a su estructura semicristalina, el ámbar se clasifica como un cristal o mineral de origen orgánico. Esta clasificación no le atribuye legalmente ser considerado propiedad de la nación, como ocurre con los fósiles.

Piedra sagrada

En Totolapa se encuentran los primeros registros prehispánicos que evidencian la recolección de ámbar, datando del 200 a 300 después de nuestra era. Algunas piezas se utilizaban para el intercambio o el pago, e incluso los aztecas llegaron a poseer ámbar de Totolapa.

Simojovel, reconocido internacionalmente por su ámbar, ha catapultado a Chiapas como la región ambarífera más importante del mundo. Para los científicos es un edén debido a la cantidad de flora y fauna que quedó atrapada en la resina, y estas especies se registran año tras año.

La extracción del ámbar se realiza en minas profundas. Desde temprana edad, los mineros se adentran en las entrañas de la montaña con pico, pala, y lámparas ultravioleta que les permiten identificar el cristal. Esto, bajo condiciones de poco oxígeno, e incluso algunos fuman.

Para las comunidades mayas ancestrales, el ámbar representaba más que un simple material, pues era un elemento sagrado, símbolo de protección y conexión con el mundo espiritual.

Cosmovisión

Las comunidades de descendencia maya han realizado este trabajo durante miles de años. Su cosmovisión de una cultura con un amplio sentido de conexión con la tierra ha forjado el ritual para entrar, trabajar bien, encontrar ámbar y poder salir: se le pide permiso a la Madre Tierra y a la montaña.

“Antes de la llegada de los compradores chinos, los mineros realizaban un ritual hacia la mina para extraer el ámbar. Pero la demanda de los chinos por el ámbar totalmente amarillo, sin inclusiones y en esferas perfectas, descompuso este ritual. En Palenque se extrajo mucho ámbar e incluso se usaron retroexcavadoras para sacarlo”, dice el investigador.

La extracción y la modernidad

“Desafortunadamente, muchas piezas increíbles se van al extranjero, pero gracias a varios artesanos, algunas piezas se han podido rescatar para estudio y están disponibles para estudiantes que quieran trabajar con ellas”, resalta Estrada Ruiz.

Gran parte de la historia geológica del país se va al extranjero, la modernidad y la globalización han generado la exportación “indiscriminada de ámbar”, con daños colaterales como la pérdida de estos rituales.

En la conferencia “Los caminos del ámbar en la antigua Mesoamérica”, dictada por la arqueóloga Lynneth S. Lowe, para el Colegio Nacional, la especialista resalta que con el auge del comercio internacional y la globalización se vio que esta resina era un producto susceptible de ser exportado.

En primer lugar, llegaron los artesanos de San Cristóbal de Las Casas, luego de Taxco y del centro de México, pero finalmente, desde Europa, específicamente en Italia, se vio que aquí había una fuente muy importante de este material con precios moderados.

La explotación no cesó y, por el contrario, se incrementó: “(…) en los últimos 10 años ha sido un problema, porque han sido los chinos quienes han estado exportando este material de forma realmente brutal, son cantidades enormes porque se van a Simojovel (Chiapas) y compran por kilo, por tonelada”.