Tiburcio Fernández: de revolucionario a gobernador

Dentro del marco de la Revolución Mexicana que se celebra cada 20 de noviembre se alude a muchos personajes como Emiliano Zapata y Francisco Villa, cuando Porfirio Díaz deja el poder y Francisco I. Madero alza la revolución en México.

Sin embargo, en Chiapas existen pocos personajes que se les conoce dentro de este movimiento armado, uno de ellos es el general Tiburcio Fernández Ruíz, quien de revolucionario pasó a ser gobernador del Estado.

Fernández Ruíz fue nombrado por el Centauro del Norte como el representante de la Revolución en la entidad chiapaneca.

Al respecto, el escritor e historiador, Valente Molina, autor de la obra “Tiburcio Fernández Ruíz, Biografía y Relatos”, destacó que en el libro narra la vida de “Tío Bucho” como lo conocen en Villaflores, en donde actualmente existe una estatua en su honor en el Parque Central de este municipio de la Frailesca.

Contó que en Chiapas no hubo revolución en 1910 sino hasta 1914 cuando a nivel nacional el gobierno de Venustiano Carranza había ganado, y es donde empiezan los carrancistas a ir a todos los estados a implantar los preceptos del movimiento armado, pero en la entidad chiapaneca no estuvieron de acuerdo y es cuando un grupo de hacendados y rancheros se alzaron en armas contra éstos; siendo un movimiento tardío y que terminó hasta 1919.

Es en donde aparece este personaje que de ser un niño tímido se convierte en un ranchero armado para defender a las familias chiapanecas hasta lograr ser gobernador de Chiapas: “de ser una fuerza contrarevolucionaria encabezó un grupo político, en 1920 gana las elecciones de forma abrupta y es gobernador hasta 1924”, comentó.

Señaló que dentro de los relatos existieron muchos ranchos que fueron invadidos por parte de los grupos mapaches como de soldados y se registraron un sinfín de vejaciones que “a ojos del presente son muy lamentables”. Pese a ello, indicó que dentro de su periodo gubernamental se decretó la nueva constitución de Chiapas. Se brindó más oportunidades a los campesinos y en su ruta pública avanzó a ser senador en dos ocasiones consecutivas. Cuando contendió para ser de nueva cuenta Gobernador del Estado, Álvaro Obregón, su padrino político, fue asesinado, entonces “hasta ahí la dejó”.

Tatiana Jiménez Domínguez, quien presentó la obra que se editó en 2014, destacó que es un “valioso aporte respecto a la historiografía de la Revolución en Chiapas. Es una obra que permite acercarse a uno de los personajes más sobresalientes en la historia de Chiapas en el siglo XX”.

En el libro Valente Molina se acerca a la figura del fallecido gobernador y narra sus años de infancia y juventud para invitar al lector a comprender y valorar la magnitud del personajes en sus “claros y oscuros”, del niño tímido al hombre libre hasta convertirse en un hombre que encabezó un movimiento armado conocido con el nombre de “Movimiento mapache” en Chiapas

De manera amena, el autor reconstruye la vida de Tiburcio Fernández Ruiz y para ello recurre a la biografía como género discursivo articulador que permite comprender diversas dimensiones como la capacidad de los individuos de incidir en las estructuras sociales, en ese entendido, dijo, la biografía como recurso metodológico corresponde a la reconstrucción de la vida como medio de interpretación de la realidad.

Molina nos conduce por la vida de esta figura mítica desde su nacimiento en la Finca “La Experiencia” ubicada en la región Frailesca y fue en ese lugar que transcurren sus primeros años, aprendió las variadas actividades del campo pero también demostró la pasión por las letras lo que lo llevó a estudiar la primaria y concluirla en Chiapa de Corzo”.

Tiburcio continuó sus estudios de bachiller en San Cristóbal de Las Casas, en donde se distinguió por su naciente liderazgo dentro de la comunidad estudiantil participando en manifestaciones.

En la etapa de recrudecimiento del descontento al régimen de Díaz, parte a San Cristóbal para emprender estudios de Derecho, sin embargo, derivado de la convulsión social sus padres deciden que regrese a casa y es durante ese período que participó activamente en el batallón de voluntarios “Los hijos de Tuxtla” lo que incentivó su vocación por la milicia.

Al término del conflicto, Fernández Ruiz partió a la Ciudad de México para continuar con sus estudios en Derecho en la Universidad Nacional de México en donde coincidió con otro ilustre personaje chiapaneco: Emilio Rasaba Estebanel por quien sentía una gran admiración.

Durante su estancia se recrudeció el movimiento revolucionario y Fernández Ruiz se sintió atraído por tomar las armas de nuevo. Finalmente Tiburcio regresa a Chiapas y con el nombramiento de Leonardo Palafox se aglutinó al sector terrateniente de la entidad en defensa de sus intereses, en el cual el joven se adhirió a grupos de defensa rural y que lo impulsó a marchar al norte del país para incorporarse al grupo de Pancho Villa, sin autorización de sus padres.

En esta época de cambios y convulsión en Chiapas, con la llegada del general Agustín Castro a la gubernatura, instruyó el regreso de Tiburcio a este territorio, el cual es el momento histórico en que su figura tomó protagonismo con la formación de“Los Mapaches”.

Organizó la rebelión contra el gobierno carrancista que en términos de la historiografía se le conoce como “La contrarevolución”.

Bajo su liderazgo logró reunir a dos mil combatientes y finalmente después de cinco años y con el asesinato de Venustiano Carranza, se le reconoció su grado de General de División por parte del presidente interino, Adolfo de la Huerta.

Durante la época del movimiento armado, Valente Molina tomó un aspecto poco conocido de Tiburcio Fernández, en donde narró su vida amorosa, circunstancia que dentro de la mirada de la feminista no pudo dejar pasar, en donde dijo que el autor recoge la historia oral y a la prensa de la época para exponer la violencia contra las mujeres por parte del grupo mapachista, quienes secuestraban jóvenes o las violentaban sexualmente.

En este sentido, la feminista destacó que el general fue un hombre de su tiempo y circunstancia histórica que bajo el mandato patriarcal masculino abusó de mujeres a quienes pretendía robar para satisfacer sus instintos pero no fue exclusivo ya que también lo hicieron otros grupos armados.

Después -se cuenta en los relatos- se instaló de forma permanente en Tuxtla Gutiérrez, convirtiéndose en un actor público importante que consigue establecer vínculos políticos que lo llevaron a convertirse en gobernador de Chiapas y a continuar una intensa vida política, más adelante fue senador en dos ocasiones consecutivas.

Finalmente, narraron que decide alejarse de la vida política y estableciéndose como hombre de familia al casarse con Eloina Liévano y dedicarse a la vida campirana, específicamente a la ganadería. En sus últimos años de vida apareció de cuando en cuando en algún acto con su traje de general de división; después de una operación de vesícula muere en 1950 a la edad de 62 años, a su funeral acudió el gobernador Francisco Grajales.