Bajo la simbólica presencia de tres cruces verdes de Zinacantán, el aroma a juncia y el viento fresco de finales de octubre, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) del Estado de Chiapas celebró un colorido y festivo Concurso de Catrinas y Catrines.
El evento pintó de alegría las instalaciones y dio vida y un espacio de disfrute a decenas de niños, niñas, adolescentes y trabajadores del sistema, quienes se congregaron para honrar una de las tradiciones mexicanas más emblemáticas.
El evento se honró con la visita de la esposa del gobernador del estado de Chiapas Eduardo Ramírez Aguilar, Sofía Espinoza Abarca; y fue inaugurada por Ana Isabel Granda González, directora general del DIF Chiapas, quien expresó su emoción por la numerosa asistencia.
“Vinieron todos, algunas personas vinieron con sus trajes típicos, otros con ropa normal (...) pero lo importante es divertirnos, pasarla bien, disfrutar este evento tan bonito”, destacó antes de agradecer al jurado calificador y al equipo organizador.
El panel de jueces estuvo integrado por personalidades como Leila Valderas Hernández, presidenta del Voluntariado Humanista por la Salud, el artista plástico Samuel Estrada, Jacqueline Pérez Toalá, directora del DIF de Suchiapa y la diputada Luz María Castillo Moreno.
Concurso
Entre la gran variedad de participantes, cautivó al público el traje de la niña Celia Elizabeth Palacios Santos, “La Catrina Diosa del Maíz”, con un imponente atuendo, confeccionado con materiales biodegradables como totomoxtle y maíz, incluía una falda y corona doradas que simbolizaban el sustento, y un báculo con un cráneo.
El concurso evaluó criterios como la originalidad, creatividad, diseño del traje y la calidad del maquillaje, temática que los participantes explotaron con ingenio.
Desde la “Catrina Zinacanteca Skin Chuleado” de la Dirección de Seguridad Alimentaria, que rindió homenaje a las tradiciones del municipio de Zinacantán, hasta el “Catrín del Rey Pakal” de la Coordinación de Vinculación Institucional, la velada fue un vibrante mosaico de cultura, color y memoria.
Una fiesta donde la muerte se celebró con elegancia, humor y un profundo orgullo por las raíces chiapanecas, “demostrando que estas tradiciones fortalecen el tejido social y familiar”.












