La migración interna en busca de oportunidades económicas y educativas, ha traído consigo la pluriculturalidad, siendo la gastronomía una de las más beneficiadas, poniendo al alcance de todos los capitalinos, el sabor y la tradición ancestral de las tortillas hechas a mano de Zinacantán.
Manuela de la Cruz, en búsqueda de continuar sus estudios emigró a la capital de Chiapas hace 10 años junto con su familia. En un intento por mejorar su economía, decidió emprender un negocio popular basado en una práctica que aprendió desde pequeña: la venta de tortillas, quesadillas y memelas.
Destacó que poco a poco han ido creciendo sus ventas, gracias a sus estrategias comerciales, pues comenzó vendiéndole a sus vecinos, para después irse adentrando a los mercados. “Ahora hasta un restaurante y gente de oficina me encarga sus tortillas por Whatsapp”, destacó la comerciante.
“Vender pura tortilla no da mucho ingreso, entonces tengo que ofrecer más variedad, como quesadillas y memelitas”, dijo, agregando que también hace tamales, pero siempre y cuando sean pedidos anticipados.
Doña Sonia es la encargada de ir a comprar el maíz y cuenta que lo hace desde muy temprano en el mercado “San Juan”, con un señor que lo trae de Zinacantán o Villa de las Rosas; “es que el trae variedad, del amarillo y negro para las tortillas, y el blanco para los tamales”, siendo el negro el más escaso y caro. Presuntuosa comentó ser una experta para reconocer “el buen tipo” (de maíz).
A las 7:00 de la mañana, dice Manuela, ya debe de estar lavado y molido el nixtamal, y listo el fuego. “Es que allá de donde somos así es, hasta más temprano; y desde pequeñas a las mujeres nos enseñan a hacer tortilla”, recalcó
Por otra parte, Erín de la Cruz expresó ser un buen catador de tortillas: “Se diferenciar por el sabor si la hizo mi esposa o mi hija, es que cambia la textura, hay unas más suaves o que saben más rico”, dijo, recalcando además que el sabor lo da la mano.