Tradición cerámica, arraigo de comunidades
La investigadora yucateca convivió con las comunidades al realizar la investigación. Diego Pérez / CP

“A pesar de la migración, tienen conocimiento de que vienen de los altos de los Altos de Chiapas. Y ellas también mencionan que entre sueños, con la experiencia, salen a caminar otra vez a esos arroyos, a esos terrenos y encuentran estos materiales y vuelven a hacer esta reinvención de la alfarería, reflejado en la tradición cerámica”, resalta la investigadora Elizabeth Puch Ku.

La arqueóloga de la Universidad Autónoma de Yucatán presentó su libro “Tradición cerámica en dos comunidades tzeltales, Lacandón y Villa Las Rosas, Chiapas” en el Museo Regional del estado.

En una entrevista previo a la presentación, externó que el libro está escrito a un público en general, tiene sus conceptos especializados, pero con una escritura sencilla y clara para cualquier lector.

Reconocer a las alfareras

El libro relata la vida cotidiana de las alfareras, parte importante y esencial para valorar su trabajo.

“Ese es el lado que tenemos que ver, que son personas, que a la larga los dejamos ajenas, porque solo vemos al objeto; cuando en realidad las herramientas son muy sencillas para manufactura… y en ese sentido, las alfareras tienen respeto a su trabajo porque ellas no se separan desde el momento que van por la recolección”, dijo.

“Van a tener todos los cuidados necesarios porque saben qué acciones y decisiones van a tomar”, agregó.

Explicó que la elaboración se comprende como temporal y esporádica, las alfareras prefieren trabajar durante el tiempo de seca, es decir, de marzo a agosto.

Etnoarqueología

Su trabajo busca romper los esquemas “cuadrados” de la arqueología, y enriquecer los puntos de vista de la manufactura, producción, especialización, comercialización, entre otros puntos; a través de la etnografía y la etnoarqueología.

“Al entrar a este campo de la etnografía, nosotros los arqueólogos rompemos con esa zona de confort, vamos a la comunidad, y se nos da esa apertura para hacernos más preguntas, y hacer aproximaciones para dar más pautas”, declaró.

“Tratamos de crear un puente entre lo etnográfico como también en lo arqueológico y eso nos da como modelos para que a futuro podamos abrirnos a una perspectiva más amplia”.

“Tenemos que basarnos del presente para poder conocer el pasado, y conocer el pasado no solamente es quedarnos sujetos a ello, también es comprender los cambios que se van dando”.

Conocer el origen

“Dicen las alfareras: nosotros desconocemos de dónde venimos, sin embargo, en el libro también se menciona que a pesar que ellas ignoran el origen de este proceso, hay un registro de que ellas vienen de parte del siglo XVI, se han movido por diversos desplazamientos por cuestiones políticas, ideológicas, religiosas, pero regresan a esos espacios y los vuelven a adaptar”.

“Salen a caminar otra vez a esos arroyos, a esos terrenos y encuentran estos materiales y vuelen a hacer esta reinvención o esta persistencia de la alfarería, reflejado en la tradición cerámica que queda como un registro para el trabajo”, dijo la investigadora.

El libro esta dividido en capítulos, el primero desenvuelve resultados y genera contextos, como la alimentación, geografía del área de estudio, el taller como vivienda, los procesos tecnológicos, el aprendizaje y enseñanza continúa con la comercialización; y la vida cotidiana de las mujeres.