Un autobús sobrecargado de peregrinos se despenó 50 metros en las cumbres de Maltrata, Veracruz, al descender sin frenos y equivocar la rampa de emergencia, aparentemente por fallas de senalización. Murieron 58 personas y al momento hay dos heridos graves. Resulta inexplicable que el autobús, con una antigüedad de 20 anos, viajara desde Tequila, Jalisco, de regreso a Frontera, Tabasco, con más de 60 pasajeros a bordo, casi el doble de lo permitido, sin que las numerosas patrullas del operativo de vacaciones ni los vigilantes de las casetas de peaje advirtieran la irregularidad y evitaran lo sucedido.
Los pasajeros pertenecían al templo evangélico Pentecostés Vida Abundante. Numerosas biblias se encontraron entre los cuerpos destrozados y los restos del vehículo.
La incidencia de accidentes en autobuses de excursionistas y peregrinos ha aumentado en la medida en que se han reducido los de los autobuses del transporte regular, sometidos a rigurosas revisiones periódicas y a estrictos reglamentos de las propias empresas, que además mantienen las unidades prácticamente nuevas.
Pero los organizadores de excursiones y peregrinaciones generalmente buscan las tarifas más baratas, sin hacer consideraciones en cuestiones de seguridad. Muchos autobuses viejos, deficientemente mantenidos, y choferes fatigados por las sucesivas jornadas de trabajo sin descanso, transportan a los viajeros al margen de las supervisiones de caminos. El resultado puede ser fatal.
Todas las autoridades involucradas, lo mismo las federales, las de Veracruz y Tabasco y las de las demás entidades por donde circulan esos vehículos, deben tener injerencia y responsabilidades en su operación.
Contamos con mejores carreteras, que al mismo tiempo permiten la circulación a velocidades mayores, pero con vehículos sobrecargados y sin frenos, la tragedia es una probabilidad creciente.
Se senala en particular a la empresa propietaria del autobús, pero no debemos olvidar a los del muy publicitado operativo de vacaciones, que dejó pasar el vehículo que ostensiblemente se dirigía a un accidente seguro; tampoco a los organizadores del viaje, que mayores beneficios económicos obtienen en la medida en que menos gasten. Las múltiples y pequenas empresas dedicadas a la renta de autobuses para excursiones y viajes de grupos tienen que ser sometidas a las revisiones periódicas de unidades y conductores, como mínima garantía para los pasajeros. Por la memoria de los compatriotas muertos en un accidente que ocurrió por la omisión de muchas personas y autoridades debemos exigir que se tomen las medidas ya conocidas para otorgar a los viajeros la seguridad que merecen en sus traslados.
Hay que establecer por qué, en un periodo de sobrevigilancia ostentosa, un autobús puede deslizarse ante los ojos de todos sin que a nadie llamen la atención su sobrecupo y sus deplorables condiciones físicas, visibles hasta para alguien ajeno a los requerimientos del tránsito normal. Las autoridades no pueden darse por satisfechas con cubrir los gastos de los funerales. Deben asumir su plena responsabilidad para reducir al mínimo los riesgos de viajar en autobuses fletados. (El Universal)