Con la llegada de un nuevo año, millones de personas escriben listas llenas de optimismo: bajar de peso, ahorrar, dejar de fumar, aprender un nuevo idioma. Pero conforme pasan los meses, muchas de esas metas terminan siendo archivadas junto con los adornos navideños. Esto puede traer consigo afectaciones a la autoestima y salud mental.
La psicóloga Karyme Díaz Toledo explicó que “existen diferentes factores como la falta de planificación, la falta de motivación, y también el miedo al fracaso o al qué dirán”. Además, recalcó la importancia de establecer objetivos realistas como una forma clave para sostener el compromiso.
Díaz Toledo comentó que más allá del abandono de una meta, lo que realmente afecta es cómo lo interpretamos. La percepción del fracaso puede ser devastadora para la autoestima.
“Esto puede acarrear sentimientos de frustración, insatisfacción, inseguridad e infelicidad. Puede llevar a las personas a autosabotearse y estar constantemente criticándose”, expuso.
Estas emociones no solo obstaculizan la realización de nuevos propósitos, sino que pueden dejar una marca duradera en la confianza personal. Dudar de la capacidad propia, desmotivarse ante metas futuras, sentir ansiedad, estrés e incluso falta de concentración.
Reformular metas
En abril, cuando la motivación inicial ha disminuido, muchos se sienten tentados a abandonar por completo sus propósitos. Sin embargo, el cambio de rumbo no es sinónimo de fracaso, sino de madurez emocional. Se trata de alinear las metas con la realidad actual y las prioridades, sin que eso implique abandonar el crecimiento personal.
“Si alguno de tus propósitos está siendo una carga emocional o ya no tiene relevancia, es totalmente saludable que modifiques tu plan de metas o tu rutina”, agregó la especialista.
De la frustración al aprendizaje
La clave para transformar la decepción en avance está en la resiliencia: “Lo más importante es reflexionar, analizar la situación y ver de qué manera podemos mejorar, evitando la autocrítica destructiva y optando por la autoevaluación”, subrayó.
Esta actitud permite convertir experiencias negativas en aprendizaje y construir objetivos futuros con mayor claridad y confianza. Desde la psicología, tener metas no solo es recomendable, sino saludable, ya que forma parte del crecimiento y desarrollo integral. Estos propósitos deben surgir desde una base de autocuidado y no de presión social.
Finalmente, Díaz Toledo señaló que no hay una única manera saludable de trabajar los propósitos; ya sea en lo individual o en colectivo, lo importante es evitar caer en comparaciones dañinas: “Ambos caminos pueden ser motivadores, pero debemos cuidar que los objetivos compartidos no se conviertan en competencia o presión”, concluyó.