El 12.3 % de las muestras de lotes de maíz y pueblas de ADN dieron marcadores positivos en el uso de transgénicos en la entidad, de acuerdo con el “Monitoreo de la presencia de secuencias transgénicas en cultivos de maíz en sitios prioritarios de México 2021”.
Un estudio de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en conjunto con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), donde se analizaron 400 localidades en los estados de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Michoacán y CDMX; con una participación de mil 180 agricultores, mil 633 muestras de lotes y mil 580 pruebas de ADN.
“El tema en México es alentador”, dijo el biólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enzo Agustín Ferrari Frutos, uno de los encargados del estudio, quien sostuvo que el 92.1 % de las pruebas salieron negativas a marcadores transgénesis, mientras que 7.9 % son positivas.
Veracruz con el 14.9 % y Chiapas con 12.3 %, son las entidades que mayor presencia de estos agentes tuvieron en sus pruebas.
Ferrari Frutos explicó que se cree que las razones de su presencia en estos estados es “porque en algunas iniciativas gubernamentales se otorgaron semillas mejoradas en programas sociales, sin haber una trazabilidad adecuada, lo que desplazó a las semillas nativas”.
Otra razón, dijo, es que en Guatemala los transgénicos sí están permitidos, “al polen no le interesan las barreras políticas, ya que a través del aire viajan y contaminan los campos de los campesinos mexicanos”, subrayó.
Por su parte, el biólogo de la UNAM, José Damian Monroy Gallegos, explicó que esta tecnología violenta los procesos biológicos a través de procedimientos peligrosos y de consecuencias inciertas que supone la mezcla genética de varias especies.
El también responsable del proyecto acotó que “la transgénesis no sólo altera la estructura del genoma modificado, sino que lo hace inestable en el tiempo”.
Lo cual puede derivar en alteraciones en sus consumidores debido al desequilibrio genético, acarreando problemas como cáncer, malformaciones, daño de ADN, modificaciones hormonales, Parkinson, problemas hepáticos y pulmonares; además de los daños medioambientales.
Recordó que el país aprobó en 2020, la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados y la Ley Federal para el Fomento y Protección del Maíz Nativo, esta última consideró al elemento como una manifestación cultural.