Tren Maya sí, con sustentabilidad económica

El Tren Maya es el proyecto de infraestructura más importante del próximo sexenio. Con la derrama económica que generará, va a permitir a los estados que han visto caer su producción de bienes y servicios, revertir esta tendencia.

De entrada, se solicitarán para el primer tramo seis mil millones de pesos en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2019, y según el encuentro del presidente electo López Obrador con gobernadores del sureste, este lunes se acordó que los trabajos inicien en la segunda quincena del mes que entra y habrá antes dos nuevas consultas ciudadanas a celebrarse los días 24 y 25 de este mes.

En contexto, de acuerdo con las cifras más recientes del Producto Interno Bruto (PIB), sólo Quintana Roo y Yucatán presentaron crecimientos anualizados en el segundo trimestre de 2018, respecto del mismo periodo del año pasado, con tasas de 4.1 y 5.8 por ciento, respectivamente.

Esos datos contrastan con la contracción que en el mismo lapso sufrieron Campeche, Chiapas y Tabasco, con tasas anuales de crecimiento negativas de -3.7, -3.2 y -6.8 por ciento, respectivamente.

Una economía recesiva significa menos empleo, menores ingresos y un nivel de bienestar más bajo para la población de la zona.

La caída en la producción de petróleo es la causa principal de esta recesión. Desde 2003 se ha desplomado más de 43 por ciento.

Según proyecciones especializadas de empresas como S&P Global Platts, sería hasta 2025 cuando la extracción de crudo podría dejar de caer y comenzar a crecer hasta 2027.

De manera que incluso, con el gran impulso que el presidente electo planea dar a la industria petrolera, y la inversión extranjera que ha llegado al sector, los resultados tardarán años en materializarse.

El Tren Maya, en cambio, deberá estar concluido antes de que termine la próxima administración.

Sin embargo, además de los beneficios esperados, hay preocupaciones legítimas respecto al impacto ambiental.

Por ejemplo, Chiapas cuyo mayor activo está en sus riquezas naturales como la Selva Lacandona, el “pulmón” más grande de México y una de las 25 zonas biológicas críticas del planeta por su megadiversidad.