Sobre una banqueta del centro de la ciudad, Digmari Mendoza, de 30 años, realiza trenzas a mujeres, hombres, niñas y niños. Junto a sus tres hijos y su esposo, tuvo que salir de Venezuela por la situación política que se vive en ese país. Tenía la esperanza de que todo cambiaría, pero ocurrió todo lo contrario.
Llegó a Chiapas desde hace un mes y medio; en Tuxtla se ha sentido cómoda, no ha querido avanzar hacia en norte porque prefiere no arriesgarse, su intención es avanzar con todos los trámites migratorios legales.
Desde hace años se ha dedicado a realizar trenzas con diseños, a la manicura y al estilismo profesional. Asegura que su trabajo ha tenido buena aceptación; durante su paso por Perú muchas personas conocieron sus diseños y ahora en Tuxtla ocurre lo mismo, cada vez la conocen más.
“El primer día tuve cinco clientes que se animaron y se fueron muy satisfechos con el trabajo, las personas que pasaron y vieron mi trabajo después vinieron”, contó.
Este tipo de peinados se le conoce como trenzas de diseño y va a depender de la creatividad y habilidad del estilista para hacerlo. Algunos de los diseños que ella ha realizado son trenzas en forma de corazón, una mariposa, trenzas con cabello sintético y la clásica pegada a la piel.
La decisión de hacer este emprendimiento surgió ante la falta de oportunidades de trabajo; primero había decidido vender dulces, pero se dio cuenta que la mayoría de personas que van de paso hacían lo mismo, fue entonces que decidió hacer otra cosa.
“Como estamos en la calle, no nos emplean por ser extranjeros; entonces dije: tengo mis manos que son mi herramienta de trabajo y decidí hacer algo diferente”, expuso.
Su formación en el estilismo la tuvo en su país natal, tomó cursos y talleres, incluso cuenta con certificados que la avalan; sin embargo, por motivos del viaje tuvo que dejarlos, “quisiera haberlos podido traer para mostrarlo y que tengan un poco más confianza”, dijo.
El costo de las trenzas van desde los 20 pesos, 50 o 100, depende de la complejidad del diseño; sin embargo, cuando es algo sencillo lo deja a consideración, una cuota voluntaria.
Su meta es poder tener un negocio propio, sabe que es tarea difícil pero no imposible; asegura que su esfuerzo no será en vano y confía en lograrlo. Agradeció la confianza de quienes permiten realizar su trabajo, pues al hacerlo también están ayudando a su familia.












