En Tuxtla Gutiérrez, la iguana no solo es parte del paisaje, sino un símbolo sagrado en la cosmovisión zoque; representa la fertilidad de la madre tierra y es protagonista de rituales ancestrales que siguen vigentes hasta hoy.
La iguana, conocida en lengua zoque como “tut tsún”, es mucho más que un reptil en la capital chiapaneca, se trata de una figura sagrada cargada de simbolismo para esta cultura, una de las más antiguas del sureste mexicano.
Representa a la madre tierra y, con ella, la fertilidad, la abundancia y el ciclo natural de la vida.
Dentro de las prácticas rituales y festivas de esta comunidad, destaca la danza de “Naz mama” (Madre Tierra), realizada durante el jueves de Corpus Christi, una fecha de calendario móvil que convoca a toda la comunidad tuxtleca.
Tradición ancestral
En esta danza, los hombres zoques bailan acompañados de iguanas e incluso garrobos, en una representación simbólica de un casamiento que busca favorecer la germinación del maíz y el florecimiento de las milpas.
Esta tradición ancestral tiene como objetivo invocar lluvias, buenas cosechas y equilibrio con la naturaleza.
La presencia de la iguana en la cosmovisión zoque también se relaciona con su comportamiento en la naturaleza: su capacidad de adaptación, su vínculo con los árboles y la tierra, y su fortaleza silenciosa.
Estos aspectos le otorgan un carácter sagrado y protector. Si bien algunas comunidades han utilizado sus huevos o carne en contextos muy específicos, su respeto cultural prevalece sobre cualquier uso comercial.
Hoy en día, instituciones como el Instituto Tuxtleco de Arte y Cultura (ITAC) trabajan para rescatar estos saberes y difundirlos, como parte del patrimonio intangible de Tuxtla.
El ITAC enfatizó en que recordar el significado de la iguana como “tut tsún” es también honrar la memoria viva de un pueblo que dialoga con la tierra y que ve en sus especies más que fauna: identidad y espiritualidad.