Mediante la exposición del llamado “Impacto Pluvial Cero”, el Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil en Chiapas, evidenció la necesidad de mejorar el manejo de las “aguas de lluvia”, así como la posibilidad de decretar una alerta de riesgo para Tuxtla ante escurrientes en la zona embovedada de la Zona Centro de la ciudad.
Así lo reconoció el experto en hidráulica Romeo Palacios Suárez, presidente del colegiado en el capítulo Chiapas, que dijo que mediante un plan integral buscan aprovechar las aguas de lluvia en Tuxtla, como en el estado.
Dijo que en diversos escenarios, utilizando tecnologías amigables las acciones de desarrollo pueden ser sustentables sin afectar la ecología como hasta ahora ha ocurrido, con la imperiosa necesidad de cementar todos los terrenos fértiles, generando una suerte de “resbaladilla de agua” que está provocando cada vez más afectaciones.
En este marco, cuestionado sobre el riesgo que se vive en la Zona Centro de Tuxtla Gutiérrez, reconoció la posibilidad de decretar de manera conjunta una alerta por los riesgos que representan los arroyos subterráneos de la ciudad, donde están edificados la mayoría de los edificios altos, además de comercios y zonas habitacionales.
Reconoció que los embovedados podrían tener aproximadamente cuarenta años sin recibir mantenimiento, pues antes —cuando la población era menor— representaban una solución, pero hoy son un grave riesgo, además porque poco o nada se sabe de su condición tras el sismo de septiembre del 2017.
Recordó que de las 52 últimas declaratorias de desastres en Chiapas, 48 han estado relacionadas a las afectaciones por lluvias, por ello llamó a las autoridades en materia a atender la postura del Colegio y buscar una solución integral.
Dijo que la Ley Nacional de Aguas establece que cada afluente tenga un margen, el cual se debe de respetar. Es prioritario que los escurrimientos naturales permanezcan libres, para que las avenidas de agua provocadas por aguaceros torrenciales tengan libre paso.
Historia
Cabe recordar que en el pasado, una investigación del historiador Alberto Martínez, egresado de la Escuela de Historia de la Unicach, y el perito en ingeniería hidráulica, Martín González, utilizando mapas urbanos de la Biblioteca del Congreso del Estado y el informe Estudios y Análisis de Cuencas y Subcuencas de Tuxtla Gutiérrez, concluyó que entre 1970 y 1973 se embovedaron 26 de los 27 arroyos tributarios que atraviesan la capital y desembocan en el río Sabinal; posteriormente se convirtieron en calles pavimentadas otros 60 escurrimientos alimentadores.
Muestra de ello se puede percibir en los barrios San Roque y San Francisco, además de la 5ª Oriente, pero en otras zonas el “mal” está totalmente oculto, por lo que no es posible saber qué ocurre actualmente en sus estructuras y más aún tras el paso el reciente sismo de septiembre del 2017.