La relación de nuestras culturas con la muerte forma los primeros escritos por parte de los cronistas españoles, por lo que un motivo de sorpresa fue el Tzompantli, una tradición mesoamericana que adoptaron los europeos y que consiste en “la perforación de una gran cantidad de cráneos, ensartados con una vara delgada, haciendo una hilera y colgándolos”, de acuerdo al antropólogo físico, Javier Montes de Paz.
El investigador del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detalló que al momento de la conquista, a los viajeros les atrofió ver los altares con cráneos humanos, a los cuales comenzaron a darles otras definiciones y otros conceptos, “ellos buscaban separar lo trágico, de lo religioso”, recalcó.
Tras esa resignificación, los españoles comenzaron a darle un impulso en Europa, adoptándolo en el plano religioso, en los posteriores siglos hasta el XVI, principalmente en capillas, monasterios y templos, los cuales comenzaron a ser adornados y estructurados con material de huesos y cráneos humanos.
“Hay una traslación de nuestra cultura hacia otros países, sobre todo en Alemania, Francia, España, República Checa y Países Bajos”, dijo y agregó que personajes como Cristóbal Colón, Clavijero y Sahagún describieron estos monumentos prehispánicos.
Esta adaptación por parte de las culturas europeas y con un sentido religioso profundo, causó una popularidad y mayor elaboración: “Llegaban a levantar muros de 18 metros por 11 de largo, imaginemos, ¿cuántos cráneos tendrían que estar empotrados?”, cuestionó y dio que en las culturas europeas dejó de usarse el ensartamiento, aplicando estructuras más estéticas.
El antropólogo explica que a pesar de ello, hay una notable presencia de la cultura mesoamericana. “En Portugal hay una iglesia que tiene esta característica, y cuando vemos este monumento de cráneos, nos podemos dar cuenta que son idénticos a los Tzompantli que se han encontrado en las culturas mayas”.
En México es un símbolo de la celebración de Día de Muertos, “no es muy común que sea mencionado por la población mexicana, pero tenía el significado de representar a los difuntos, con la finalidad de intimidar a los enemigos y los pueblos, pero también representaba el respeto, el valor, la fuerza de un pueblo”, recalcó.
En Chiapas hay dos cuevas que posiblemente sean representaciones del Tzompantli en la región: la primera en “La Banqueta”, ubicada en La Trinitaria, donde se encontraron 124 cráneos con varas; la otra en Comalapa, donde se encontraron 160 cráneos con maderas. Ambas de origen prehispánico, con la peculiaridad de que ni uno (de los cráneos) presenta dentadura.
“En esta última cueva se encontraron elementos de rituales, lo que supone que poblaciones cercanas hacían rituales ahí”, concluyó el investigador del Centro INAH Chiapas, en la presentación de “Tzompantli: una forma de entierro y de disponer al cadáver”.