“Hazme un apóstol de Schoenstatt, cual caballero estaré y moriré sonriendo, querida Madre, tres veces admirada”, es la frase del canto de retorno a casa dedicado a la virgen de Schoenstatt, que bien define al padre Federico Kloetgen, quien este 24 de octubre falleció en Tuxtla Gutiérrez.
Cientos de católicos acudieron al velorio llevado a cabo en el santuario de la virgen de Schoenstatt, ubicado en el oriente de la ciudad capital. Como un hombre disciplinado y siempre dispuesto a apoyar a sus compañeros y a la comunidad católica, fue definido el pastor católico que tenía 94 años de edad antes de partir a la morada celestial.
En vida, el clérigo compartió a la casa editorial Cuarto Poder que a los nueve años le tocó los ataques de bombarderos ingleses en su ciudad de origen, Münster, ubicada al oeste de Alemania.
Su ingreso a la vida religiosa fue motivada por el ejemplo del presbítero Alfons Versen, quien acostumbraba a predicar la palabra de Dios a menores de edad y que posteriormente perdiera la vida siendo voluntarios de la Cruz Roja, mientras se encontraban en Rusia.
Ya siendo sacerdote, Federico Kloetgen fue invitado por el padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico Mariano de Schoenstatt, a promover este movimiento en Chile, llegando a Santiago, en donde inició con un seminario, para que después de la primera generación de presbíteros se decidiera venir a vivir a Queretaro.
Estancia en Chiapas
Para el año de 1980 fue invitado por los padres Amílcar Cancino y José Luis Aguilera a visitar Chiapas, donde decidió radicar hasta su deceso. El padre José Luis Aguilera comparte que desde aquel año se inició el Movimiento Apostólico Mariano de Schoenstatt.
Dentro de las anécdotas que comparte, cuenta que el padre Federico conoció el ambiente de los catequistas indígenas en Bochil, y con ese ánimo y entusiasmo, él quedó encantado y decidió quedarse en Chiapas.
“El padre tuvo mucho ánimo, mucha fuerza para llevar el movimiento a otros lugares, como la Costa, Arriaga, Tonalá, San Cristóbal, y otros lugares”.
Otras de las anécdotas que comparte es que el padre Federico decidió ir a visitar a sus familiares en Alemania, a los 90 años de edad, y decidió regresar a México, para ya no volver a su país de origen.
Los sacerdotes lo recuerdan con aprecio, puesto que el padre Federico fue formador de muchos de ellos en el Seminario Mayor “Santa María de Guadalupe”.