En medio de las calles de Tuxtla Gutiérrez, donde la pobreza y el trabajo infantil aún forman parte de la vida cotidiana, Casa Taller de Formación Integral para Niñas y Niños del DIF Municipal se ha convertido en un espacio de esperanza para decenas de menores, que no pueden acceder a la escuela por las condiciones de precariedad en sus hogares. Una incitativa que busca promover el bienestar e impulsar el desarrollo personal de niñas y niños.
El área
El espacio ofrece diversos servicios: Educación informal, alimentación, talleres y acompañamiento psicológico, para niñas y niños en situación de vulnerabilidad.
La coordinadora de los Centros de Desarrollo Comunitario del DIF Tuxtla (Cedeco), Ana Karen de los Santos Colín, explicó que Casa Taller atiende a niñas y niños de seis a 12 años, quienes reciben alfabetización, formación en valores, activación física y talleres productivos.
“La finalidad es brindarles un espacio seguro y una oportunidad de educación. No es un sistema formal, pero trabajamos con el Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos (Icheja), a través del programa 10-14, lo que permite a los niños obtener su certificado de primaria”, señaló.
Comunidad
Actualmente, Casa Taller cuenta con 43 menores inscritos, en promedio atiende entre 45 y 50 niñas y niños, quienes además reciben alimentación completa: desayuno, colación y comida.
El centro cuenta con áreas de lecto-aprendizaje, comedor, canchas deportivas, espacio de manualidades, taller de repostería, música, así como atención médica, psicológica y de trabajo social.
Sin embargo, el panorama también representa diverso retos.
Muchos de los pequeños que llegan enfrentan carencias emocionales y violencia intrafamiliar, ya que en varios casos sus padres luchan contra problemas de alcoholismo o deben trabajar todo el día, dejando a los niños solos.
Un espacio seguro
“Aquí se les brinda un espacio seguro, donde puedan aprender y sentirse acompañados. Es un refugio que busca alejarlos de la calle y del trabajo infantil”, afirmó la coordinadora.
Por otro lado, subrayó que el espacio es dependiente en su totalidad del DIF Tuxtla, y también recibe donaciones en especie, como juguetes, alimentos y actividades recreativas que enriquecen la experiencia de los menores.
Con una capacidad máxima de 50 alumnos, se ha consolidado como un esfuerzo comunitario para garantizar que la infancia vulnerable tenga un lugar donde aprender, crecer y soñar.
Finalmente, hizo un llamado a la ciudadanía para denunciar casos de trabajo infantil y promover que las niñas y niños estén en entornos educativos.
“Nuestros niños deben estar en la escuela y en espacios seguros, no en los cruceros vendiendo. Si detectan estos casos, pueden reportarlos al DIF Tuxtla para que podamos intervenir”, puntualizó.