En Chiapas, el índice de suicidios se ha mantenido estable en los últimos años, pues no se ha identificado un incremento o disminución considerable, aunque se han modificado factores como la edad, señaló Roger Merchant Prado, psicólogo con una especialidad en Suicidología.
El promedio de edad en que más se presentaban casos era en la adolescencia, de los 10 a 19 años de edad, pero posterior a la pandemia se modificó, extendiéndose a jóvenes de 19 a 33 años, por diversas causas como la pérdida del empleo, un familiar, la escuela, la pareja, entre otros aspectos.
Mencionó que el suicidio está dejando de ser tabú, entendiendo que es algo real que puede ocurrirle a cualquier persona; se ha ido quitando el estigma debido a que se ha convertido en un problema de salud pública a nivel mundial.
Causas
En su experiencia profesional en la atención de jóvenes con intentos de suicidio y con los sobrevivientes (familias de personas que lo han consumado), ha identificado tres factores que pueden llevar al acto, aunque es importante tener en cuenta que puede ser resultado de muchas otras causas.
El primer factor identificado en al menos el 80 % de los casos es el abuso sexual, cuando no se aborda de manera correcta. Un 10 % es desencadenado por violencia de género o familiar. El resto se enfoca en trastornos mentales o emocionales.
Añadió que del trabajo con estas personas ha entendido que una persona que intenta el suicidio no es que realmente ya no quiera vivir, “sino lo que busca es acabar con el dolor emocional que lleva y no sabe cómo superar”.
Señales de alarma
Las conductas de riesgo que se pueden identificar y por las que la familia o amigos deben intervenir, van desde cambios en el estado de ánimo, agresividad, irritabilidad, aislamiento, consumo de sustancias psicoactivas, regalar sus pertenencias, siendo la principal la autolesión, lo que se conoce como el “cutting”.
El sector salud ha trabajado en pláticas de orientación y otras estrategias en escuelas, centros de salud y otros lugares para la prevención del suicidio, considerando que la pandemia dejó más ansiedad, estrés y depresión.
Visibilizar las conductas de riesgo y la prevención del suicidio ha contribuido a que más personas busquen ayuda familiar y de un profesional. Un remarcable cambio a cuando antes se ocultaba el tema con la familia, por temor al estigma.
Investigación
La psicóloga Dulce Alondra Liévano Moreno mencionó que en el 2022 realizaron una investigación con alrededor 700 niños y adolescentes, hombres y mujeres, para detectar conductas de riesgo, lo que visibiliza la salud mental del adolescente promedio.
Compartió que también identificaron un alto índice de ansiedad y depresión, observado más en el retorno a clases, derivado de la inactividad que tuvieron por casi dos años por el coronavirus, así como factores de riesgo como violencia intrafamiliar, adicciones y otros.
En tal estudio, 220 de las y los adolescentes refirieron haber experimentado en sus primeros años de vida abuso sexual o violación, lo que conllevó a presentar síntomas de ansiedad, depresión o riesgo suicida en la adolescencia.