Walter López Báez, director de Coordinación y Vinculación del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) en Chiapas, señaló que la variante de frijol llamada verdín es una variedad genética tolerante al virus del mosaico dorado.
El director comentó que el frijol es un cultivo estratégico en México, fuente de seguridad alimentaria y uno de los principales aportes proteicos para la dieta de la ciudadanía mexicana. En Chiapas se tienen estimaciones de que en la Sierra Madre existe un consumo de entre 30 a 40 kilos de frijol al año.
Sin embargo, el frijol en Chiapas ha sido atacado por un virus que pone a la hoja amarilla y la tira, la defolia y provoca que no produzca granos, conocida como el mosaico dorado. Ante ello, el Inifap ha invertido esfuerzos humanos de investigación para generar nuevas variedades que den más producciones y sean tolerantes a enfermedades.
Entre ellas se encuentran las variedades negro Inifap, negro Tacaná, sangre Maya y el más reciente conocido como verdín; todas ellas son tecnologías que se generan pensadas en aprovechar el mayor número de nutrientes dentro del lugar donde deben ser sembradas.
“Cada una de ellas tiene entre 21 a 23 por ciento de proteína. Además se piensa que algunos granos son rechazados por las amas de casa debido al tiempo largo para ablandarlos, cualquiera de estas variedades no pasa de los 50 minutos”, dijo.
El frijol verdín tiene una característica especial y es que se adapta a las nuevas condiciones climáticas del sur-sureste, es decir, al recorrerse hasta el mes de lluvias, al pasar de junio a julio, existe menor tiempo para captar agua. Por tanto, ya no alcanzan la humedad.
Sin embargo, la nueva variedad aprovecha otros elementos y por su precocidad, al salir a los 35 días, en un aproximado de 60 ya se puede cosechar.
“El rendimiento va de 1200 kilogramos de grano por hectárea. Hay que destacar su tolerancia al mosaico dorado, por eso ha existo una demanda sobresaliente de los productores por esta variedad”, añadió.
López Báez argumentó que no sólo aportan la semilla, sino que se necesita una serie de capacitaciones para aprovechar mejor los beneficios y resultados productivos y no depender de la compra de la semilla madre, sino la producción de ellos mismos.
En Cintalapa, Villa Corzo, Villaflores y Comitán existen casos de éxito en la que ya se ha evidenciado que la inversión resulta ser muy barata para las ganancias que pueden obtener.
El director ejemplificó el caso de Villa Corzo, en la presidencia municipal se utilizó un programa de compra de semillas madre al Inifap y ellos mismos se organizaron para generar más semillas y así dárselas a los productores en bolsas de 10 kilos.
“La evaluación fue motivante, en un lapso corto pudieron atestiguar el rendimiento de la planta y su tolerancia a enfermedades; ahora iremos con mayor capacitación”, finalizó.