A menos de un mes de que se cumplan 18 años del impacto del huracán Stan en Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía muestra sus intenciones de volver a la escena política local y nacional a pesar de que como gobernador se vio rebasado e incompetente para atender la tragedia en la que cientos de chiapanecos tuvieron que enfrentarse sin el apoyo gubernamental.
Por lo anterior, Cuarto Poder retoma la narración de nuestro fallecido columnista, Mario Ruiz Redondo, quien vivió muy de cerca la tragedia y fue testigo presencial a la orilla del río Coatán de cómo el huracán arrasó con la vida de y patrimonio de cientos de chiapanecos.
El cuatro de octubre de 2017, justo en el 12 aniversario de Stan, el columnista escribió para nuestra páginas lo siguiente: “La lluvia había durado ya varios días en la región limítrofe con Centroamérica, causando graves inundaciones en las partes bajas de los municipios costeros como en la Sierra, teniendo como denominador común la incomunicación de sus poblados y rancherías”.
“Se veía venir lo peor, cuando esa madrugada del martes cuatro de octubre de 2015, se intensificó la actividad pluvial, en las zonas montañosas, haciendo crecer los caudales de los ríos, pero ninguna autoridad federal, estatal y municipal, asumió responsabilidad alguna para dar una alerta a tiempo a la población, sobre el riesgo que corría, principalmente las asentadas en las riberas e incluso en el lecho de los cauces.
“En Tapachula, sería hasta las siete de la mañana cuando en algunos vehículos parlantes se acercaron a las colonias, para recomendar que abandonaran sus casas y pertenencias, porque el río estaban creciendo y sus aguas se tornaban amenazantes para sus vidas y patrimonios.
“La gente no creyó la versión, no obstante que observaban cómo se incrementaba rápidamente el nivel de las turbias aguas. Sería como media hora después de los avisos, obviamente a destiempo, que ocurriría la catástrofe para miles.
“De pronto todo se volvió caos, gritos desesperados del auxilio que nunca llegaría ante la descomunal embestida de la naturaleza, porque para entonces el Coatán arrasaba con todo a su paso, al traer consigo enormes troncos de árboles y gigantescas piedras que empezarían a causar terribles estragos en su transitar imparable.
“A las ocho de la mañana, el largo puente sobre el afluente, que comunicaba a la otrora Perla de Soconusco, empezó a cimbrarse, al atorarse en él las pesadas cajas de tráileres, que al ser empujadas por las enturbiadas aguas y rocas, lo derrumbarían en cosa de pocos minutos.
“Un espectáculo dantesco, mientras aparecía sobrevolando un helicóptero de la Armada de México, con una tripulación heroica, dada las condiciones totalmente adversas, al no cesar la lluvia, en su afán de rescatar a quienes se habían refugiado en las azoteas de las casas construidas prácticamente a la mitad del río.
“Intentos que finalmente resultarían negativos, al ver cómo seres humanos y viviendas desaparecían en medio de gritos desgarradores, entre las corrientes desbocadas, en ruta hacia el mar distante 30 kilómetros, por los rumbos del vecino municipio de Mazatán.
“Desbordamiento en todos los afluentes de la Costa, que provocarían la caída de puentes carreteros de la red ferroviaria, interrumpiendo la comunicación terrestre y con ello el abasto de alimentos, que inmediatamente empezarían a escasear por las compras de pánico.
“Hoy se tiene conocimiento, que no obstante saber de la grave amenaza que avecinaba sobre la población, el gobernador Pablo Abner Salazar Mendiguchía menospreció el fenómeno meteorológico y más aún la vida de cientos de miles de habitantes cuyas vidas pondría en riesgo.
“El ego del mandatario, demasiado elevado, le impidió la sensatez que hubiese evitado tanta mortandad, que iría conservadoramente más allá de las tres mil víctimas, pero que para evitar reacciones en contra que alteraran sus propósitos de continuar vigente en la jerga política nacional, daría la consigna de que el número de muertos no había sido mayor de 80”.
Así se vivió el impacto de Stan, considerado como una las principales tragedias naturales junto a la erupción del volcán Chichonal en 1982 y el terremoto de 2017.
Desde el 2009, el Consejo Regional de de Damnificados del Huracán Stan, encabezado por Carlos Enrique Tapia Ramírez, siguió toda una serie de acciones para exigir castigo al responsable, a quien acusan de desviar los recursos millonarios para la reconstrucción de las miles de viviendas devastadas por el fenómeno natural.
Denuncias
En su momento, este organismo presentó las denuncias correspondientes asentadas en las averiguaciones previas 256/FIA/2009 en la PGJE y PGR/CHIS/TAP/11/111/09, en las que también figuraban ediles de 41 municipios.
En este tema, la Coordinadora de Organizaciones Siglo XXI expuso: “En el caso de las desviaciones de recursos, destinados para la reconstrucción por el huracán Stan, el mayor responsable es el ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía, quien no debe quedar impune”.
A pesar lo anterior, en el último trayecto de su sexenio anunció que la reconstrucción estaba concluida en un 98 por ciento, lo que al final resultó ser una enorme falsedad lucrando con el dolor del pueblo de Chiapas.
Este es tan solo un recordatorio de las acciones de Pablo Salazar Mendiguchía en su administración que permanecen presentes al paso de los años como una herida que, en lugar de cerrar, pretender abrirse paso para volver a dañar al estado.