En los alrededores de Tuxtla Gutiérrez se han detectado al menos 80 puntos que son susceptibles a derrumbes, algunos ya con daños e incluso ya desalojados, como ocurrió en su momento en el fraccionamiento La Cueva del Jaguar, una zona de alto riesgo.
Jorge Antonio Paz Tenorio, profesor-investigador de Ingeniería en Geomática de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), dio a conocer que esta información se ha obtenido de investigaciones realizadas por docentes y estudiantes en los últimos años.
Refirió que a raíz del terremoto de 2017, salieron a campo con estudiantes de geomática y registraron 30 derrumbes, algunos todavía están activos, nueve de ellos se encuentran dentro del Cañón del Sumidero.
Otros están en el sur de la ciudad, uno dentro de la reserva del zoológico, en una zona aislada no abierta al público, lo que facilita su gestión.
Mencionó que están dando seguimiento a zonas con derrumbes, como Motozintla; igual al derrumbe ocurrido en 2007 en la comunidad Juan del Grijalva, que generó un tapón de 800 metros de largo, 300 de ancho y 80 de alto en el río, el cual sigue activo.
En un proyecto de tesis, investigaron la carretera Chicoasén-Copainalá, donde hay derrumbes cada temporada de lluvias, identificando 42 puntos de control que requieren una intervención. Hace dos años hicieron una investigación del nuevo libramiento Sur, encontrando 31 sitios que requerían atención.
La geomática, al tener la capacidad de manejar tecnología de punta al analizar los territorios a partir de imágenes satelitales y otros mapas, puede definir las zonas susceptibles a determinados fenómenos de riesgo.
En su caso estudia los derrumbes, revisando los tipos de rocas, intensidad de pendiente de las montañas, deforestación, obras civiles y otras; todas esas variables las conjugan en un sistema de información geográfica para identificar los puntos de mayor riesgo.