Ya nadie recuerda al rey, muchas veces desenterrado

En Frontera Corozal ya nadie recuerda aquella hermosa piedra, pretexto de violencia hace 4 lustros. En la cabecera de Ocosingo los mandos de la Policía local dicen desconocer del secuestro de dicha pieza arqueológica de mil años que contiene datos de un gobernante maya y una fecha especial.

Este mes de junio se cumplen 20 años de un lamentable incidente que de facto detuvo toda investigación de campo en la zona de El Cayo, México, extensa región cercana a la Biosfera de Montes Azules, cuando colonizadores indígenas atacaron con violencia extrema a un grupo de arqueólogos.

Eran los últimos días del sexto mes del tormentoso 1997, el viernes 23, cuando los arqueólogos mexicanos Armando Anaya, Nazario Magaña y Mario Aliphat, así como el epigrafista australiano Peter Mathews, y un grupo de locales preparaban el traslado a sitio seguro del hoy famoso Altar 4 de El Cayo.

El asalto

Antes habían hecho un acucioso trabajo de registro del sitio. Notaron que la pieza había sido forzada, luego de que ellos la habían desenterrado y vuelto a sepultar en 1992. Pero un supuesto rumor de que los arqueólogos robarían la pieza dio pretexto para agredirlos, arrebatársela y sustraerla.

Después del asalto los arqueólogos tuvieron que huir descalzos porque les habían robado las botas. Golpeados, ahuyentados del sitio con disparos de arma de fuego, sin lentes, heridos y sangrantes, hallaron en la ribera del Usumacinta un cayuco que puso distancia de aquellos bárbaros.

Los agresores, unos 80 hombres armados con palos, pistolas y armas largas, metieron troncos de caoba debajo de aquella enorme piedra y se la llevaron a El Desempeño, poblado cercano al lugar de los desafortunados hechos. Allí, con inútil sigilo volvieron a sepultar al milenario gobernante maya.

A la deriva

Los cuatro y uno solo de los de Corozal se hicieron a navegación azarosa en el Usumacinta. Iban hacia Piedras Negras, 17 kilómetros río abajo, en la lluvia. Tres días tratando de llegar a lugar seguro. Hasta el lunes de la siguiente semana llegaron a Frontera, de donde fueron llevados a Palenque.

Los demás del grupo de trabajo huyeron a pie, bordeando el río, por la selva, con las costillas rotas y maltrechos, hasta que horas después arribaron al punto de partida, Corozal, donde dieron la voz de alarma. El sábado la comunidad sabía de los hechos y horas más tarde la mala noticia ya estaba en Tuxtla.

El hecho se convirtió en un escándalo que traspasó las fronteras de México. La prensa angloparlante llevó la historia a Canadá, Estados Unidos, Europa y Oceanía. Esto, debido a que uno de los protagonistas es australiano, residente canadiense, y además el proyecto tenía interés en Norteamérica.

20 años después

Pero ahora, en Corozal, 20 años después, quienes quedan vivos tras esa experiencia prefieren permanecer en el anonimato. Son las ocho de la noche y el amable anfitrión continúa su relato. Algunos ya murieron, otros han emigrado, pero a pesar de que la piedra sería traída aquí, la han olvidado.

El Museo de la Cuenca del Usumacinta, ubicado en esta comunidad también conocida como Frontera Echeverría, sería el apropiado lugar para esa escultura maya. Allí habría estado en compañía de otros tesoros como Pájaro Jaguar, una piedra de 4 metros de alto, hallada en Las Caobas.

El Altar 4 de El Cayo

Hoy se sabe que el personaje del relieve de 1286 años de antigüedad (731 después de Cristo), 1.2 metros de diámetro, 25 cm de grosor y más de media tonelada, fue un sahal (señor-gobernante) de una ciudad llamada Yax Ahkal Ha’ Yax Niil (Río de Las Tortugas Verdes), de nombre Aj Chak Wahyib.

Verde-azul

Llama la atención que diversos diccionarios adjudiquen al prefijo “yax” acepciones relacionadas con adjetivos como principal, bello, sagrado, y con los colores verde-azul, que son los tonos que aún hallará constantes en tierra y agua quien navegue el Usumacinta, de allí hasta el Golfo de México.

Y esto es posible porque el Usumacinta, uno de los más caudalosos de Centroamérica, con más de mil kilómetros, no tiene presas hidroeléctricas en territorio mexicano gracias a que ha prevalecido la conciencia sobre la riqueza cultural que se halla en toda la cuenca, en espera todavía de ser documentada.

Señor Gran Soñador

El nombre del gobernante, explicó entonces el doctor Aliphat, podría traducirse como Señor Gran Soñador. También llama la atención que sea escasa la referencia a esa sugerente denominación en la documentación que se ocupa de este dignatario, y del que se ignora si hay más alusiones en ese sitio.

Según el resumen del proyecto, disponible en los años 90 en Internet, y el arqueólogo Mario Aliphat, Yax Niil (El Cayo) es un sitio maya Clásico Tardío (entre 600 y 800 después de Cristo) que fue parte de un señorío situado al Norte, tras el Lugar de Monos Pequeños, hoy conocido como Usumacinta.

El sahal

Un sahal, de acuerdo con las fuentes consultadas, no era un rey soberano. Y aunque las hegemonías y subordinaciones son aún materia de investigación, la evidencia arqueológica indica que esta ciudad se hallaba dentro del territorio de una capital política, ahora situada en Guatemala.

Piedras Negras se llama hoy --antes Yokib’, que significa “Entrada”-- esa entidad bajo cuyo dominio se hallaba Yax Niil. Y el hecho que un señor subordinado se representara en un monumento indica un cambio en la cúpula dirigente, con el aval del señor de señores por la presencia del escultor de la casa real.

Sihyaj Chan Ahk (joven/noble K’in Ajaw Señor del Sol) y K’uk Te’ Yax Kok Te’, son los nombres de los autores de la escultura, según rúbrica del primero. “El reconocimiento de este personaje como un ch’ok k’in indica que era miembro de la familia real de Piedras Negras”, explica Sara I. García Juárez.

K’utiim

La historiadora traduce el contenido de la piedra tallada: “(En el día) 4 Ajaw 13 Yax (09.15.00.00 18 de agosto de 731) fue finalizado el decimoquinto k’atun, su atadura de piedra (del señor) Aj Chak Wahyib’ K’utiim, El de Yax Niil (El Cayo)”. Se aclara que el término “K’utiim alude al cargo que desempeñaba.

No hay información del origen o procedencia del segundo artista –se cree que podría haber sido natural de la ciudad-- que consta en el pesado bloque circular que contiene la imagen de ese señor del que en piedra ha quedado su impronta de hombre mayor. Sesenta y siete años tenía al final del Katún.

Katun o K’Atun, es una unidad de tiempo en el calendario maya que equivale a 20 años. Los soberanos del Usumacinta lo esperaban y celebraban como una fecha especial. En las ceremonias intervenían tanto reyes como sus descendientes quienes continuaban con esa trascendente tradición.

Estela 11

Este anciano –quien reitera datos relacionados con una estela de Piedras Negras (11) que hoy se halla en parte erosionada, y que ha contribuido a confirmar datos que en aquella ciudad están difusos-- realiza un ritual que, como ya se ha dicho, se relaciona con el final de un período, un aniversario.

Han transcurrido sólo dos años del ascenso del joven monarca al trono de Piedras Negras que asumió con el nombre de Itzam K’an Ahk II, cuando toma forma la escultura del Altar 4. En ella se encuentran datos relacionados con un acontecimiento relevante: la conmemoración del K’atun 4 Ajaw.

Piedras Negras era dominante. En un monumento ubicado en esa ciudad capital se ha documentado la referencia a un señor de ese sitio, llamado Joy Chitam Ahk, al que otros señores que llegaron de Yaxchilán, Bonampak y Lacanjá le muestran obediencia, lo que es constancia de su poderío.

Ojo Anudado

Piedras Negras hizo prisionero nada menos que al máximo jerarca de Yaxchilán en el Clásico Temprano, Jaguar Ojo Anudado, pero también debió sufrir cuando la guerra con aquella ciudad rival no fue de su lado. La presencia humana más lejana allí data del Preclásico Temprano, hacia 400 años a.C.

Aj Chak Wahyib, personaje protagónico, sentado con las piernas entrecruzadas, que luce adusto, tiene en la mano derecha gránulos de copal que ha sacado de una larga bolsa de cuero que pende de la plataforma sobre la que se halla. En su espalda carga la imagen de su ancestro sostenida de hachuelas.

Frente a sí tiene un trono encima del cual hay un pebetero adornado con una figura antropomorfa que en la parte superior tiene remates hechos de papel. Todo lo anterior se realiza como parte de la ceremonia con la que se da cuenta de tan importante acontecimiento que rige el señor Ahaw del Noroeste.

Guerra continua

Un sahal era uno de muchos depositarios de cierta autoridad en representación de un Ahaw, pero éste también tenía jerarquías superiores frente a sí, lo cual muestra una compleja organización social en las élites de estos señoríos que continuamente se atacaban unos a otros, con toma de prisioneros.

Los arqueólogos llaman períodos de silencio a la ausencia de inscripciones y testimonios en varias ciudades, lo que atribuyen a ocupaciones militares o derrotas de unas a otras. Los tiene Yaxchilán, como también la misma Piedras Negras, por guerras sin fin, antes del colapso total, del abandono y emigración.

Epílogo uno

Tras el episodio contra los arqueólogos y sus guías, Aj Chak Wahyib’ K’utiim ha sido, como si fuera víctima de un ciclo interminable de violencias que destruyen y condenen al olvido, rehén de fuerzas que lo llevan una y otra vez a la sepultura, aún en contra de quienes luchan por rescatarlo de su oscuro destino.

Primera entrega