Ya pocos reconocen los hongos tóxicos y los comestibles

Ya pocos reconocen los hongos tóxicos y los comestiblesLos hongos, debido a su vasta y fascinante diversidad, son difíciles de identificar. Diego Pérez CP

Luego que dos niños se intoxicaran por el consumo de hongos silvestres en San Pedro Chenalhó, el biólogo e integrante del grupo Heliomaster, Daniel Pineda, recomendó tener total certeza en la ingesta de este producto antes de consumirlo, pero además evidenció un segundo escenario caracterizado por la pérdida de transmisión de conocimiento micológico a las nuevas generaciones.

Y es que estas intoxicaciones, ocurridas con mayor frecuencia en el mes de agosto, evidencian un proceso sociocultural muy particular: se trata de la pérdida de la transmisión del conocimiento hacia las nuevas generaciones.

Es decir, los jóvenes, principalmente de comunidades indígenas, habrían dejado de interesarse en el conocimiento ancestral del manejo, selección y consumo de hongos como de otros productos tradicionales que eran utilizados para sanar en Chiapas.

De esta manera, el actual problema debe abordarse desde la perspectiva de salud, recomendando la selección ideal de hongos y la correcta higiene de los mismos.

Y la otra arista es desde la educación y cultura, con una profunda visión a los retos del capitalismo para tratar de posicionar de nueva cuenta al conocimiento de la medicina natural, como una realidad inherente a nuestra cosmovisión y desarrollo regional.

Heliomaster

En este contexto, Daniel Pineda explicó que los hongos tienen una vida “en almacén” demasiado corta. Si esperamos a saber si son comestibles o no se pudren.

Y esto puede motivar a que la gente “desentierre” prácticas basadas en mitos absurdos (en su mayoría de origen europeo), como “meter una cuchara de plata en el agua donde se hierven los hongos, si se pone negra es que son tóxicos”. Estas no son formas fiables de reconocer o no la toxicidad de la especie.

Los hongos (como muchas otras formas de vida), en su vasta e impresionante diversidad, son difíciles de identificar. Entonces, la identidad solo podría ser corroborada por expertos, ya sean hongueros tradicionales o especialistas en micología.

Por ello, la recomendación sería: solo consumir aquello de lo que estamos 100 % seguros que es comestible. Si hay un mínimo de duda, es mejor desecharlo.

Pérdida de saberes

Por otro lado, uno de los procesos que conducen a las intoxicaciones es la pérdida del conocimiento y uso tradicional de la biodiversidad, causada en gran medida por brechas generacionales y sobre todo, la globalización.

Generaciones más jóvenes, que no han adquirido la sabiduría de sus mayores, pretenden replicar y perpetuar el consumo tradicional de hongos, pero al carecer de estas herramientas, ocurren fatídicos accidentes.

Es pertinente mencionar que no es simplemente que los jóvenes indígenas decidan deliberadamente ignorar el conocimiento ancestral, sino que han sido presa de una dinámica opresiva que les ha empujado de desdeñar —casi siempre de forma involuntaria— el conocimiento tradicional.

Esta nueva perspectiva que no es limitante solamente a los hongos, sino al lenguaje, ropa, prácticas y muchos etcéteras más, es en realidad una naturaleza evolutiva de los núcleos sociales que mucho pone en riesgo la identidad y salud de miles de chiapanecos.