Yasuaki Yamashita: sobreviviente de la bomba nuclear
Sus testimonios fueron recopilados en un libro. Carlos López / CP

En Japón existen alrededor de 140 mil sobrevivientes de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Yasuaki Yamashita es un hibakusha, es decir, un sobreviviente.

Tenía seis años cuando ocurrió la tragedia, su cuerpo sufrió las secuelas de la radioactividad; ahora es Premio Nobel por la Paz y con más de 80 años lucha por el desarme nuclear del mundo.

Cuando nació, Japón ya estaba en guerra, y a esa edad, el concepto y el “para qué de la pelea”, no era claro, pero a los niños les encantaba imitar a los soldados y jugaban a hacer marchas militares.

Explosión

“Normalmente nosotros íbamos a la montaña cercana, nos entreteníamos cazando insectos. Estábamos afuera de la casa, mi madre nos llevó al agujero y cuándo íbamos a ingresar se sobrevino una luz terrible de casi mil relámpagos al mismo tiempo”, recordó sobre el momento previo a la explosión.

Nagasaki fue el segundo objetivo de las dos bombas atómicas que se han lanzado sobre población en la historia de la humanidad. Aquel 9 de agosto de 1945, se estima que 35 mil, de sus 240 mil habitantes, murieron instantáneamente.

La bomba en Nagasaki fue de plutonio, aunque era más potente que la de Hiroshima, cobró la vida de menos personas, gracias a las montañas que la rodean.

“Realmente no entendíamos qué es lo que pasó. Habíamos escuchado tres días antes que la ciudad de Hiroshima había sido destrozada pero nunca habíamos escuchado de la bomba atómica.

“Después de la dos bombas, una semana después, el emperador anunció la rendición de Japón, antes, el Ejército había decidido luchar hasta el último momento. Incluso las mujeres estaban entrenando con lanza de bambú para enfrentar a los enemigos por si había ocupación”, exclamó.

La guerra trajo consigo la escasez de productos, “no había comida y mi mamá nos quiso llevar con unos parientes que eran agricultores, pensó que ellos podrían tener comida, y fuimos a caminar cerca del centro. En ese momento nos dimos cuenta de la tragedia, la magnitud de destrucciones. Ahí entendí lo que había sucedido y vi realmente la destrucción de la ciudad”.

Secuelas

“Personalmente sufrí las consecuencias de la radioactividad, vomité y evacué sangre. Eso me pasó muchísimas veces, no entendía por qué, estaba prohibido hablar de estos temas y nadie sabía lo que estaba sucediendo”, añade.

Después de la ocupación de Estados Unidos, hubo una prohibición y hermetismo en los temas y consecuencias nucleares. Y después de la explosión, miles de personas fueron a los puntos de destrucción a buscar familiares y amigos, lo que causó que la radioactividad les generara estragos, y empezaran a morir o sufrir daños irreparables.

Tiempo después, Yasuaki Yamashita laboró en un área administrativa de un hospital de Nagasaki, ahí se dio cuenta de las consecuencias de la radioactividad en el ser humano, vio casos de cáncer, leucemia y niños que nacían con deformaciones, producto de los efectos secundarios de las bombas.

Hospital especializado

“Hay muchas secuelas que se manifiestan de diferentes maneras, la más importante es la pérdida de producir glóbulos blancos, lo que da leucemia. Al principio, había mucha gente muriendo de leucemia, después otros tipo de cáncer, todo tipo de padecimientos. Mientras estaba trabajando en el hospital general, vi muchísimos situaciones.

“Trabajé en un hospital especializado de la bomba atómica; los médicos todavía no entendían bien qué efecto estaba teniendo en los sobrevivientes. Entonces, cada vez que moría una persona, hacían autopsias para entender qué es lo que estaba causando la muerte.

“Yo estaba en el área administrativa del hospital que pertenecía a la Cruz Roja de Japón. Durante la noche los trabajadores disminuían, entonces, tenía que atender a cualquier persona, y a esa hora había muchísimos casos de emergencias y la parte administrativa ayudaba a los médicos atendiendo todo tipo de casos. Y en las autopsia teníamos que ayudar y registrarlas.

“En un caso vi la muerte de una señora, y cuando realizaron la autopsia, sacaron su plumón y estaba hecho polvo completamente. Había casos rarísimos que aún los médicos no pueden comprender”, relató.

Discriminación

“La gente no entendía qué es lo que estaba pasando y se comenzó a decir que los sobrevivientes tenían una enfermedad contagiosa, comenzaron a separarlos, ha decir que no había que tener ninguna amistad o relación. Empezaron a discriminar.

“Sobre todo las mujeres sufrieron; fueron discriminadas, no tenían matrimonio con ellas y muchísimas se suicidaron”.

Su llegada a México

Por azares del destino, en 1968 viajó a México para trabajar en una oficina de prensa japonesa en la cobertura de los Juegos Olímpicos, y se quedó. Hacia mediados de los noventas, decidió hablar sobre su experiencia, las cuales pregona por todo el mundo en escuelas de todos los niveles.

Es fiel creyente de que esta tragedia “no hay que olvidarla, y hay que platicarla. Eso es lo que estamos intentando, que esa historia, esa tragedia, jamás se repita en ningún lado. No queremos que nadie sufra como nosotros”.

Los jóvenes

En Japón concientizar a los jóvenes “es un poco difícil, pero en la ciudad de Hiroshima y Nagasaki muchos estudiantes tienen conciencia, y quieren preservar y llevar las voces de los sobrevivientes para que no queden en el olvido cuando ya no estén aquí, para que nunca jamás repita esta la situación”.

Pero realmente, muchos jóvenes no han entendido el sufrimiento, “algunos japoneses me han dicho: ¿Para qué? Ya ha pasado muchísimos tiempo. Es mejor olvidar.

“Hay mucha gente así y eso es lo que no queremos, piensen, que todo lo que está sucediendo está muy lejos o que no tenemos nada que la tragedia de las almas nucleares”.

“Con una bomba atómica se puede generar un daño irreparable al planeta, ya la potencia va mucho más allá de la imaginación. Eso es lo que no hemos entendido.

“Y los países que poseen armas nucleares, no quieren deshacerse de ellas, al contrario, China ha aumentando la cantidad de armas nucleares, Corea ni se diga, a cada rato está amenazando para provocar a Estados Unidos, y que sepa que tienen lo mismo que lo que ellos tienen.

“En 2011 conocí al nieto del expresidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, el que decidió lanzar las bombas en Japón, y estamos trabajando juntos por el desarme nuclear. En vez de odiar mutuamente, entendimos que hay que eliminar absolutamente todas las armas nucleares”.

En 2024, la organización Nihon Hidankyo, que agrupa a los sobrevivientes de las bombas atómicas de 1945, ganó el Premio Nobel de la Paz, y Yasuaki Yamashita pertenece a esta organización.

“El mundo actualmente está instalando miles de armas nucleares que se puede lanzar, incluso en este momento. Eso es un peligro y por eso hay que eliminar absolutamente todas las armas nucleares”, finalizó el japonés.