Zoques realizan el “Baile de la Santa Cruz”

Los cohetones anuncian, antes de los primeros rayos de la mañana, las celebraciones a la Santa Cruz; en la misa, los albañiles cargan sus cruces adornadas de flor de mayo, y en uno de los puntos más altos de Copoya, la casa de Lustein Paredes recibe a la comunidad zoque para realizar el tradicional “Baile de la Santa Cruz”.

En la misa que se lleva a cabo en la parroquia de Santa Cruz, el sacerdote externa la importancia de los trabajadores de la construcción, los bendice, y a su vez llama a la mesura en esta celebración; en el atrio, dos reces tasajeadas comienzan a prepararse.

El “Baile del torito”

Desde la casa de Lustein Paredes se ve la meseta de Copoya. Ahí, el Grupo de Danzas Autóctonas Zoques de Copoya comienza los preparativos del “Baile del torito”, que el músico y danzante Francisco Velázquez recalca, ese nombre, es incorrecto, pues en zoque el nombre es Santa Cruz Etzé o “Baile de la Santa Cruz”, que por cierto se trata de una sátira.

A los niños les pintan su cara de negro, con el tizne de unas ollas de barro o metal, el cual fusionan con manteca; después hacen un baile al son de los tambores y el pito; dos niños agarran y se colocan los toritos para comenzar a perseguir a las personas que intentan atraparlos con cuerdas.

En su génesis, explica Francisco, “es una danza de negros esclavos que se roban un toro, y lo salen a vender, y ahí, se hace el relajo, porque ofrecen el toro en las casas que se llegan a visitar como parte del ritual de esta danza dedicada a la Santa Cruz”.

Resalta que se trata de una burla a los españoles de la conquista, y por eso los “negritos” se visten de sacos. “Es como decir: tú que criticaste mi origen, ahora mira, estás bailando”.

“Yo todavía vi que las personas portaran trajes ingleses, que iban a pedirlo a la casa de los ricos de aquí, esa ropa se sacaba a relucir”, compartió el profesor, al tiempo que agregó que este baile solo se realiza en esta fecha.

Cuando llegan a una casa, se hace una obra, bailan y atrapan a los toritos que después se ofertan al dueño de la casa; esté, entre un show improvisado, hace como que los revisa para después firmar un supuesto contrato de compra.

Los danzantes y músicos continúan tocando para salir de la casa y hacer la próxima visita. El recorrido va de la capilla de la Santa Cruz, culminando en la casa de Lustein Paredes, donde dan de comer a los músicos y danzantes.