Guadalajara ha vuelto a la Liguilla. Después de tres años y medio, siete torneos, las Chivas puede decirse que oficialmente vuelven a la llamada Fiesta Grande al derrotar por la mínima diferencia al Necaxa.
Pero no fue la forma más brillante, porque ante un cuadro que llegó al estadio de las Chivas a no perder, le costó mucho trabajo, demasiado sufrimiento, el 1-0 fue demasiado poco y en algún momento hasta riesgoso.
Pero llegó, lo cumplió, fue un paso más en busca de la redención; por lo menos, avanzó.
Hay que decirlo, tuvieron que pasar 17 fechas para que el Guadalajara mostrara una cara agresiva y dinámica, pero sin claridad ofensiva, sin contundencia.
Necaxa, todos lo sabían, saldría a jugar en su área, a alargar el juego hasta los penaltis y si había oportunidad, atacar y dañar. En la primera parte no se acercó a la cabaña de Gudiño, pero Chivas sí, dejando la tarea a las piernas de Antuna y la esperanza en un tiro al poste de Sepúlveda. Fue lo más cerca que estuvo el chiverío para festejar.
Pero los Rayos estaban jugando al límite, mucho mano a mano, tan atrás se metieron que las coberturas no existían, así que por insistencia el cascarón se rompió con un buen gol de Jesús Angulo (54’).
A 35 minutos de la eliminación, José Guadalupe Cruz soltó las amarras de su equipo, pero mucha diferencia no hubo, más allá de un pelotazo en la cara que Passerini le dio a Gudiño.