Desde la Tribuna

Qué nos dejó la Ronda Divisional, Solon quedan cuatro equipos, y nos esperan todavía dos juegazos este domingo.

Un escalón abajo

Esta era, Buffalo. Era la ocasión inmejorable de por fin superar a tu némesis. En su peor versión. En tu propia casa. Partiendo como favorito. Y ni así.

Fue un duelazo de principio a fin, que terminó siendo definido por errores del que, supuestamente, está a la altura de Mahomes, pero quien, una vez más, demostró estar un escalón abajo.

Sí, Josh Allen tuvo un buen partido en general, pero tenía la oportunidad de dar la estocada final, con el balón en sus manos, abajo tres puntos y faltando dos minutos. ¿Recuerdan cuando los Bills iban 6-6 y parecían fuera de los “playoffs”? ¿Cómo llegaron al sembrado número 2? Todo comenzó con el despido de Ken Dorsey, su coordinador ofensivo. ¿Qué hizo Joe Brady, su reemplazo? Le quitó a Allen el balón de las manos. En porcentaje, en su ruta a ganar siete de sus siguientes ocho, el número 17 de Bills nunca en su carrera había lanzado menos el balón. Buffalo se dedicó a correr y correr, y a evitar los errores de Allen al mantener la correa corta.

¿Pero qué pasó en esa última serie? Volvió el mismo Josh de siempre. Buscó dos veces seguidas la zona de anotación, cuando ni siquiera es algo que necesitas o quieres en ese momento, dejándole a Mahomes demasiado tiempo en el reloj. Es más doloroso cuando en ambas jugadas tenía a receptores totalmente libres que lo hubieran acercado, pero Allen quiso hacerla de héroe y simplemente no pudo.

Tampoco pudo acercar más a sus Bills, y el gol de campo se terminó fallando por nada. Aun si lo hubiera anotado, ¿alguien dudaba que Mahomes iba a conseguir otro gol de campo faltando 1:40? La gente en Buffalo culpará al pateador (otra vez), pero Allen tuvo la chance de ganarlo, no tuvo paciencia, quiso ser el héroe y terminó costándole a su equipo, otra vez.

De tres, cero. Buffalo ante KC y Allen ante Mahomes en postemporada. De rivalidad, no hay mucho.

El verdadero heredero

Jordan Love es genuinamente el próximo mariscal franquicia de Green Bay. Está cumpliendo todas las profecías: ser papá de los Osos, eliminar a Vaqueros, ser eliminado por los 49ers.

Rodgers tuvo marca de 24-5 ante Chicago en su carrera y es, extraoficialmente, su dueño; eliminó dos veces a Dallas y hasta ganó un Super Bowl en su estadio, donde nunca perdió; y fue eliminado por San Francisco las cuatro veces que los enfrentó.

Además, igual que Rodgers esperó tres años a ver de qué humor se levantaba Favre para por fin verlo marcharse a los Jets, Love hizo exactamente lo mismo con Aaron. Y también, igual que Favre, Love terminó la campaña de los Empacadores con una intercepción.

Green Bay tiene un brillante futuro, fue el equipo más joven en postemporada en 50 años, y ya encontró a su mariscal del futuro. Solo esperen unos 15 años a que haga berrinches y se vaya a Nueva York, y el ciclo se vuelve a repetir.

Es su momento

Perdido quedó en todo el fin de semana la aplastante victoria de Baltimore sobre Houston. El primer tiempo, cerrado, y el segundo, una avalancha. Los Cuervos dominaron en cada aspecto a los Texanos: no los dejaron correr, persiguieron a Stroud a placer, y Lamar nunca sintió realmente la presión.

Este es el momento de Lamar Jackson, quien fue el quinto mariscal tomado en 2018 (debajo de Mayfield, Darnold, el mencionado Allen y el fracaso Rosen), y hasta algunos sugerían que debía ser corredor porque no la armaría como pasador.

Hoy, a punto de ganar su segundo MVP, tiene a los Cuervos jugando su primer campeonato de conferencia en casa de su historia, y el primero en 11 años en total. De hecho, el último año estuvo disponible a quien lo quisiera comprar, y nadie fue por él.

Es su momento de brillar, de probar a todos incorrectos, y de paso eliminar a Mahomes en su camino al Super Bowl.

Ya ni nos dio tiempo de hablar de los Leones, pero creo que a todo el mundo nos encantaría verlos campeones, aunque la tendrán muy difícil en San Francisco.

¡Hasta la próxima!

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