Desde la Tribuna

Fracaso

Pese a lo que digan en sus redes, diciendo que “empoderaron jugadores” y tuvieron “enseñanzas valiosas”, o que Ivar Sisniega insiste que “cumplieron los objetivos”, esta Copa América fue un fracaso total para la selección mexicana.

Un desperdicio

Les recuerdo que no estamos en Conmebol. Es decir, nuestra participación en Copa América es como invitados, lo que no habíamos sido en las últimas dos ediciones, y que seguramente no volveremos a ser en muchísimo tiempo. Decidimos usar esta única chance, este único torneo importante entre mundial y mundial, para hacer pruebas. ¿De qué nos habrán servido estos tres duelos? ¿Cuáles son las lecciones de las que tanto presumen? ¿A qué jugadores empoderamos, exactamente?

Ahora no nos quedan más que ocho mil partidos ante Concacaf y alguno que otro molero de aquí al mundial, y no habrá forma de saber si estamos listos para el 2026.

La realidad

Ustedes saben que, en general, intento ser optimista. Muchos podrían decir que fuimos mejores que nuestros tres rivales, que metiendo un penal o teniendo un poco más de contundencia la historia sería distinta, y que solo nos metieron un gol. También algunos argumentan que “nos acuchillaron” por los cuatro casi penales que no se marcaron.

Yo digo que nos dejemos de tonterías. ¿No puedes anotar más de un gol en tres partidos? No mereces avanzar. ¿No pudiste si quiera ser segundo lugar en un grupo con Jamaica, Venezuela y Ecuador? Son buenos equipos, pero ninguna potencia, y es la mayor humillación de México en una Copa América.

Sí, aun mayor que el 7-0, porque ese fue en cuartos ante el eventual bicampeón. Sí, peor que los cero puntos en 2011 y la eliminación en grupos en 2015, ya que ambos fueron con nuestro cuadro B. Nunca habíamos fallado de pasar de grupo con nuestro cuadro titular en este torneo, y es nuestro mayor fracaso.

Cuatro casi penales no significan un penal, y nos cansamos y cansamos de fallar pero nunca fuimos realmente efectivos. De nada nos sirven los porcentajes de posesión si ni siquiera pudimos ser segundos. Nos quieren dar atole con el dedo diciendo que hay cosas positivas, y lo único que rescato es que al menos Estados Unidos también fracasó estrepitosamente. Ese es el único consuelo.

Las razones

En este caso todo suma (o resta). La poca competitividad de nuestra liga, quitando el descenso, imponiendo el repechaje y con el acercamiento innecesario a la MLS, no ayuda en nada. Tampoco ayuda que cada vez exportamos menos y repatriamos más.

Pero la razón principal es que hoy hay menos talento que antes, y no hay cómo más explicarlo. Comparen esta selección con las de 2018, 2014, 2006 o 1998, por dar algunos ejemplos, y sí nos quedamos muy cortos en calidad.

Además de todo ello, nos dimos el lujo de disponer de jugadores con experiencia, como Ochoa, Gallardo, Lozano, Raúl o Henry, y que se lesionó nuestro capitán, Edson, y ahora no hay a quién echarle la culpa. Tenemos menos talento, y encima bloqueamos a jugadores importantes; era hasta lógico que no íbamos a hacer un buen papel.

Habiendo dicho eso, que la calidad no está ahí y que las decisiones de arriba solo han perjudicado, creo que mucha culpa también es del DT, y es el cambio más fácil e inmediato que puede hacerse. No surgirá un Mbappé en los próximos dos años, y aun si hicieran cambios a nuestra liga no se verán reflejados antes del 2026, por lo cual, en lo que sí podemos mejorar, es en el banquillo.

El cambio necesario

No es nada en contra de Jaime Lozano. Nos hubiera encantado que fuera nuestro Scaloni: un joven DT, exjugador, que une al grupo y nos lleva lejos pese a llegar como interino.

Pero simplemente no tiene la experiencia ni trayectoria para sacar agua de las piedras de una plantilla tan corta, y en un año de mandato no ha demostrado porqué debería seguir. Estamos hablando del mayor reto posible: el mundial en casa. ¿Es Lozano quien más nos acerca al éxito? Yo creo que no, y que es hoy el momento de tomar otro rumbo.

¡Hasta la próxima!

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