"México * Agencias. En México tenemos escenarios históricos del Futbol, como el estadio ""Azteca"", el ""Jalisco"" y el de Ciudad Universitaria, pero, sin lugar a dudas, el hoy llamado estadio ""Azul"" tiene un lugar muy importante en la ya larga vida del Futbol mexicano.
En la ya lejana década de los treinta, en la Ciudad de México existían tres estadios, todos éstos de madera: el campo ""España"", el Parque Asturias y el estadio del Necaxa.
Fue en 1939 -luego de la quema del Parque Asturias- que se comenzó a manejar la posibilidad de construir un estadio de cemento que fuera, por tanto, más seguro y que garantizara la comodidad de los espectadores. Proyectos hubo muchos, ideas otras tantas, pero lo cierto es que resultaba terriblemente cara la construcción de un estadio de grandes dimensiones, y la Liga Mayor -hoy Primera División- no quiso apostar a un proyecto así y decidió remodelar el Parque Asturias.
Fue un particular, Neguib Simón Jalife, empresario mexicano de origen libanés, quien se dio a la tarea de construir todo un complejo deportivo en la ciudad más importante de América Latina. Simón, un empresario que tenía como socio a Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente en turno y secretario de Comunicaciones y Transportes, pensó en una verdadera ciudad deportiva que tuviera, entre otras cosas, una plaza de toros, un estadio multidisciplinario, una alberca olímpica, Frontón, Boliche, cine y restaurantes.
La muerte de Maximino -al parecer envenenado- complicó la construcción del complejo. Sin su socio, Neguib, no tuvo el dinero suficiente, ni los contactos necesarios para seguir con el proyecto. Logró terminar la Plaza de Toros México y a duras penas el estadio Olímpico de México, también conocido como estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes, pero los terrenos aledaños fueron vendidos para terminar los dos colosos.
La Plaza de inmediato fue un recinto muy concurrido, pero el estadio tuvo grandes problemas, ya que la Liga Mayor de Futbol, al conocer el precio de la renta del inmueble, puso muchos peros y decidió no utilizarlo.
El estadio abrió entonces sus puertas a un partido de Futbol Americano para su preinauguración, mismo que ganó la Universidad 45-0 al Colegio Militar. El Club América, equipo de mayor importancia en la capital, deseaba tener un estadio propio y no depender del Parque Asturias, único estadio del Distrito Federal en donde se jugaba al Futbol profesional hacia la mitad de la década de los cuarenta.
Es así como el conjunto crema decide arrendar el estadio, pero la liga niega el permiso alegando que el inmueble no es apto para el Futbol. La verdad es que el Parque Asturias, el ""España"", el del Necaxa y el Atlante no querían que se jugara en otro campo que no fuera el acostumbrado y en donde la renta les resultaba accesible, mientras que llegar al estadio Olímpico -en ese entonces a las afueras de la ciudad- resultaba costoso para el aficionado, que tendría que tomar cuando menos dos transportes para llegar, y pensaban que no sacarían ni siquiera lo que se cobraba por el arrendamiento.
Ante la falta de recursos y los adeudos que tenía, Neguib Simón se vio en la necesidad de vender el estadio y la Plaza a Moises Cosío, un empresario español que era dueño del entonces boyante Frontón México, considerado capital mundial del Jai Alai. El estadio fue rebautizado por la afición como el ""Olímpico de Insurgentes"".
Cosío, viejo lobo de mar para los negocios, logró lo que Simón no pudo. Decidido a abrir el estadio para el Futbol, adquirió el viejo campo del Asturias y lo cerró. Así, a la liga no le quedaba más que aceptar el arrendamiento del nuevo escenario.
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