Alma Lorena Paz Campero es la mamá de dos jóvenes a los que ha sabido educar desde hace 16 años, pero que hace cinco años encontró en el Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario el aliado perfecto para enseñarles a sus hijos los valores, además del esfuerzo y compromiso que deben tener para afrontar la vida diaria.
Fuera de la institución, Paz Campero es una persona común y corriente, responsable de su hogar, de sus hijos, pendiente de las tareas escolares y las labores de la casa; mientras que dentro tiene el cargo de jefa de la Sección de Hacienda, con el rango de tercera oficial de infantería. “Veo que se generen los recursos, administro los que llegan a la institución para poder hacer los pagos que genera la comandancia, estar al día con las cuentas, pagar a la persona que trabaja ahí, entre otras actividades”, señaló
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Su llegada al PDMU fue hace cinco años, por el interés de que sus hijos crecieran con buenos valores, teniendo como antecedente que su papá también formó parte de la agrupación, lo que posteriormente hizo que ella también se involucrara. “El contacto que tengo con el Pentathlón es por mis hijos —tengo dos, uno de 15 y otro de 16— , al llevarlos a que conocieran la institución y de ahí también quedarme con ellos”, señaló.
Actualmente sus hijos son elementos activos del Pentathlón; el mayor, de 16 años, Félix Eduardo Arriaga Paz, estudiante de preparatoria, es comandante de la banda de guerra; y el menor, de 15 años, Omar Eduardo Arriaga Paz, estudiante de secundaria, es cabo y corneta de orden de la banda de guerra.
Paz Campero platica que su acercamiento al PDMU fue “al ver las necesidades que ellos tenían como elementos; por ejemplo, requerían materiales, ya que es una institución que no depende de nadie y poco a poco genera sus propios recursos y materiales, entonces me fui mezclando, ayudando a hacer rifas y otras cosas. Es así que recibo el respaldo del comandante José García Requena. Le agradó la forma de trabajar y de ahí comenzamos”.
Tanto para Lorena como para sus hijos, un fin de semana comienza desde las cinco de la mañana, arreglando todo para ir a la comandancia, la que consideran su segunda casa, porque prácticamente están todo el día ahí, pero señala que eso le ha servido porque así está más cerca de ellos. “Me ha dejado mucho, porque todos los días aprendo, convivo muy de cerca con ellos, tengo mucha cercanía como mamá y cada día me enseñan”, dijo.
Pero también de manera personal ha adquirido mucho conocimiento y experiencia. “He ido a diferentes lugares como Chihuahua, Morelia, Acapulco, y este año estamos por ir a la Ciudad de México, que será la sede de la Convención Nacional. He conocido a muchas personas de quienes he aprendido mucho”, refiere.
Finalmente manifestó: “Quiero seguir creciendo y aprendiendo; seguir hasta donde se me permita. Además, el hecho de que ellos estén ahí los ha formado y los ha hecho buenas personas, porque ese es el objetivo. Ellos están fascinados y encantados y siempre que pueden tratan de llevar gente, porque les ha dejado cosas buenas y ahora tratan de que sus amigos se incluyan ahí”.