El drama y la tragedia no sueltan a la selección mexicana en cada Mundial. Un gol le faltó al Tricolor para clasificar a los octavos de final, uno solo para evitar el ridículo histórico, ya que después de 44 años murió otra vez en fase de grupos, pese a vencer 2-1 a Arabia Saudita. Cientos de aficionados ya olían la tragedia.
Maleta en mano, los fans arribaron al estadio Lusail. Corrieron hacia el aeropuerto al final del partido. No hubo tiempo ni para el llanto. Los que sí lloraron fueron César Montes y Henry Martín; este último, autor del primer gol, al 47, cinco minutos antes de que Luis Chávez colgara la pelota en el ángulo.
Millones de mexicanos en el mundo y miles en Qatar creyeron en el milagro. La clasificación se jugó en dos frentes: en el estadio 974, Argentina marcó el 2-0 sobre Polonia al minuto 67. En ese momento, por increíble que parezca, México y Polonia igualaban en todos los rubros, menos en el “fair play”.
El Tri estaba eliminado por tener más amonestaciones que el rival. Por si a la tragicomedia de la selección mexicana le faltaran ingredientes, las amarillas eran ahora el enemigo, tal y como alguna vez lo fueron los malditos penales o Maxi Rodríguez o hasta el “no era penal”.
Nunca Gerardo Martino había festejado como el miércoles los goles del Tri. No se abrazó más con sus auxiliares. No hubo barreras de por medio. Celebró como un aficionado más, enérgico, lleno de esa adrenalina que horas después habría de abandonarlo al anunciar su adiós al Tri.
El “Tata” ya debería saber que México tiene una relación tóxica con el drama. Al minuto 70, cuando un solo tanto era la diferencia entre el regreso a casa y el pase a octavos, Henry mandó a las gradas la posible clasificación, en un tiro de volea. Después el portero desvió un tiro de Hirving Lozano y el árbitro anuló goles de “Chucky” y Uriel Antuna por fuera de lugar, y este último habría de fallar otra jugada ya en la reposición.
La banca era un hervidero. El portero Rodolfo Cota ya se había convertido en un recoge pelotas, para acelerar la reanudación del juego. A Arabia Saudita nadie lo agredió con tal fiereza como los jugadores mexicanos. Hasta el “Tata” quería meterse al campo, como en los buenos tiempos con Newell’s. El “sí se puede” resonaba en las gradas con mayoría saudí.
Siete minutos de añadido. Tres veces el grito homofóbico. El gol de Salem Al-Dawsari. Así se vivió el adiós del Tri en este Mundial, histórico porque desde 1994 era asiduo invitado a octavos. Un año de terror en el que las selecciones nacionales femenil y varonil sub-20 fracasaron en su intento de jugar el Mundial en 2023 y Juegos Olímpicos en 2024.
México superará el dolor y comenzará un nuevo ciclo y la cantaleta del quinto partido.