Pardo, piloto con temple de acero

Momentos felices y otros muy amargos han marcado la carrera del experimentado piloto Rubén Pardo, quien espera con ansias la vuelta a las pistas y el arranque oficial de la temporada 2020 de la Nascar Peak México Series.

Su padre era amante del deporte motor, por lo que desde que tenía 4 años, tanto él como su fallecido hermano Carlos estuvieron siempre cerca de las pistas.

A los 13 años, Rubén incursionó en el deporte motor junto a su hermano, pese a la gran preocupación de su madre, quien de todas formas los apoyaba para que corrieran. Pardo se define como una persona competitiva, dedicada, entregada y sabedora de que sin esfuerzos no hay recompensa, y agradece las enseñanzas de sus padres y el respaldo para buscar su sueño de ser piloto, el cual se ha consolidado al paso de los años gracias a la confianza de muchas empresas patrocinadoras.

“Este es un deporte nada barato, por lo general hay que tocar puertas para conseguir patrocinadores que aporten los recursos o apoyos económico e ir creciendo simultáneamente en el medio”, reconoció.

El hoy piloto del equipo 2b Racing y atleta Monster Energy cuenta con una larga trayectoria no solo en los vehículos de cuatro ruedas, pues de hecho fue campeón de Motociclismo en la categoría de 600 centímetros cúbicos.

En su carrera también ha sido campeón del Reto Escudería Telmex Shifter 125 cc, bicampeón Pick-Ups Dodge, campeón y subcampeón de Tractocamiones Ford, campeón y subcampeón del Reto Neón, de la Copa Motorola y subcampeón Stock Cars Desafío Corona.

A nivel internacional fue el primer y único hispano en conseguir el Rookie of the Year en la Nascar Busch East Series en Estados Unidos y participó en la categoría Nascar Busch Series ahora Nationwide Series, en Nascar Trucks Series, en los XFinity Series y en IMSA categoría GS Porsche 911.

En México, Pardo ha sobresalido durante más de dos décadas en las pistas y óvalos, y desde el 2004 incursionó en la categoría estelar de la Nascar Peak México Series. Pese a los muchos momentos dulces que ha vivido como piloto, Rubén también ha padecido momento en extremo difíciles, de los cuales habló.

En 2005, durante una carrera en Monterrey, explotó el extintor de su auto cerca de sus piernas, lo que lo llevó hasta en ocho ocasiones al quirófano por las múltiples fracturas sufridas que casi le costaron la amputación de la pierna derecha.

Pero el momento más duro de su vida sucedió en 2009, cuando su hermano Carlos, también piloto profesional, sufrió un accidente fatal en el autódromo de Amozoc, en Puebla, donde ambos competían en la fecha 4 de la temporada. “Todo ello marcó mi vida, me hizo un hombre más fuerte, al tiempo que muchas perspectivas sobre el deporte cambiaron”, reconoció.