Pista de Remo y Canotaje sigue siendo una joya

Son más de 300 deportistas de Remo y Canotaje los que dan vida a la pista Virgilio Uribe, el llamado Canal del Milagro, por su construcción récord, que empezó a principios de enero de 1967, para ser sede durante los Juegos Olímpicos México 1968.

Después de las 6 de la mañana empiezan a llegar, hacen sus ejercicios de calentamiento, entran al hangar y cargan su bote hacia el embarcadero, le ponen los remos, hacen ajustes, se suben, se sientan y empiezan a practicar.

También llegan entrenadores y preparadores físicos para guiar en su sesión matutina a los atletas, algunos son niños, como en el caso del Canotaje, que están en pleno aprendizaje de mantener el equilibrio, el cual algunos pierden y caen al agua. Es un proceso por el que pasaron todos los canoístas.

La pista de Remo y Canotaje es una obra maestra diseñada y construida por los arquitectos Ignacio Escamilla, Raúl González y Alfonso Múgica, quienes aprovecharon el agua del lago de Xochimilco para su existencia.

“Afortunados somos los que tenemos la oportunidad de disfrutar este oasis en la ciudad”, expresó Juan Carlos Cabrera Pérez, seleccionado nacional de Remo, octavo lugar en los Juegos Olímpicos Río 2016 e integrante del equipo de la Marina.

Nada sencilla ha sido su conservación, por eso el atleta agradece a las autoridades su participación para que el agua esté en condiciones salubres y las instalaciones, si no modernas, estén utilizables.

“Si el próximo año se cumplen 50 años de los Juegos Olímpicos, que nuestra pista cumpla 100 años más”, deseó Juan Carlos, quien disfruta del aislamiento del escenario del gran ruido de la urbe y se contagia del escenario natural.

Como atleta de alto rendimiento, compartió que “nos ayuda muchísimo. “Es una joya para nosotros, porque se encuentra a la altura. Muchos equipos vienen, como los de Cuba y Canadá, a hacer campamentos de altura y nosotros tenemos condiciones muy favorables”.

Hace 40 años llegó por primera vez Pablo Enrique Ortiz Alcántara a la también llamada pista de Cuemanco, lo hizo con el uniforme de competidor y ahora utiliza el de entrenador del equipo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Para aquellos Juegos Olímpicos se desató la polémica de la altitud de la Ciudad de México y algunos analistas predijeron que los atletas caerían al suelo desmayados, por la falta de más oxígeno en el aire, pero no, eso jamás sucedió y las proezas, como el salto de Bob Beamon, acabaron con el mito.

“Estamos a 2,200 metros de altitud y eso es magnífico para nuestra mejora física. Hay centros de entrenamiento en altura y México lo tiene a nivel natural”, se jactó el entrenador.

Expresó que “esta instalación es una de las más hermosas del mundo, y con todas sus fallas. No se aprovecha como debiera. Deberíamos ser un país que tuviera de tres mil a cinco mil remeros. Si hay mil remeros en la Ciudad de México, son muchos”.

En el equipo de entrenadores está el ucraniano Nikolay Chupryna, quien desde hace dos años y medio trabaja en la pista de Remo y Canotaje Virgilio Uribe y es una de las voces de protesta por las condiciones del agua del canal.

Hace 34 años llegó el argentino Roberto Cervadío y desde entonces es entrenador de Remo, siendo Juan Carlos uno de sus pupilos actuales y por consiguiente conoce gran parte el desarrollo de la pista.

Pero también sabe de lo abominable de su mantenimiento. “Mantener un espejo de agua de esta naturaleza no es fácil. Es como reciclar el agua de unas 600 albercas olímpicas”.

Briseida Domínguez Escamilla vive en Chetumal y como seleccionada nacional de Canotaje asiste a la Virgilio Uribe a realizar campamentos de entrenamiento de altura, porque “mejoramos nuestros tiempos y en todo”.

Ellos y los demás practicantes dan vida a la pista olímpica, la cual al paso de los años se mantiene activa, dinámica y útil para lo que fue construida.