Retorno “seguro”, en duda

Aunque en un inicio las tres principales ligas estadounidenses de deportes profesionales —la NBA, la NFL y las Grandes Ligas— impusieron medidas de acción inmediata y otras preventivas para apaciguar el impacto de los estragos de la pandemia de Covid-19, la realidad es que no han sido completamente efectivas para darle certidumbre a los jugadores para que puedan reiniciar o iniciar sus respectivas temporadas.

La NBA, por ejemplo, detuvo su campaña tras el positivo de Rudy Gobert en marzo. Se apresuró para llegar a un acuerdo salarial con sus elementos y obtuvo el aval de Florida para jugar en un complejo en Disney (Orlando) el resto de su temporada, pero ahora las dudas sobre los riesgos médicos y la lucha por la igualdad racial pone en incertidumbre la disputa de la campaña bajo los términos acordados en un inicio.

Una videollamada liderada por la estrella de los Nets, Kyrie Irving, y respaldada por el presidente del Sindicato de Jugadores de la NBA, Chris Paul, ventiló los miedos de los jugadores respecto a la pandemia. Paul agregó que los jugadores están en libertad de no jugar, pero sufrirían consecuencias financieras. La NBA respaldó los dichos de Paul y el riesgo de que múltiples figuras de la liga no jueguen es real.

Las Grandes Ligas, por su parte, está en una crisis que ha dividido a dueños y jugadores.

El Covid-19 llegó justo cuando los propietarios y el Sindicato de Jugadores (MLBPA) negociaban el nuevo contrato colectivo. Los dueños asumieron pérdidas económicas y propusieron recortes masivos en los salarios de los peloteros, quienes lo rechazaron tajantemente porque, a la par, se publicaron algunos de los contratos televisivos de la MLB con cadenas que ascendían a más de mil millones de dólares.

Después de dos meses de negociaciones, ni el comisionado Rob Manfred, ni el director del MLBPA, Tony Clark, llegaron a un acuerdo y las negociaciones se hicieron tan tensas que el Sindicato cortó relaciones con Manfred, porque acusó que no escuchaban sus propuestas.