SantoJr. hace historia en Tuxtla

Fotografía: Alan Pola/CP
Fotografía: Alan Pola/CP

La leyenda volvió a brillar, pero esta vez con un nuevo rostro. Santo Jr., nieto del mítico Enmascarado de Plata, hizo su debut en Tuxtla Gutiérrez y desató la locura en el Centro Deportivo Roma, donde los aficionados abarrotaron el recinto para presenciar el histórico momento. Desde su entrada al cuadrilátero, la ovación fue ensordecedora; cada movimiento, cada pose con los brazos en alto evocaba los recuerdos de su abuelo y su padre, quienes en distintas épocas también marcaron huella en ese mismo ring.

El ambiente era eléctrico. Los niños ondeaban máscaras plateadas, los adultos coreaban su nombre y, en medio de ese estruendo, Santo Jr. pisaba por primera vez tierra chiapaneca con la misión de honrar su linaje. A su lado se encontraba el carismático Máscara Sagrada, mientras que del otro bando aparecieron Hijo de Fishman —viejo enemigo de Sagrada— y el siempre polémico Turipache 2000, orgullo del barrio de San Francisco y quien llegaba dispuesto a robarse la noche.

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Desde el arranque, la contienda se tornó intensa. Llaves, contrallaves, vuelos medidos y una técnica impecable marcaron los primeros minutos. Santo Jr. mostró oficio, temple y una madurez que sorprendió a muchos, respondiendo con gallardía ante los embates de los rudos. Pero el colmillo de sus rivales pronto salió a relucir: artimañas, golpes escondidos y una que otra trampa a la vista del réferi fueron calentando los ánimos del respetable.

El público no tardó en involucrarse. Cada castigo recibido por el Santo Jr. era respondido con gritos de apoyo; cada movimiento de recuperación, con aplausos que estremecían las gradas. La batalla, poco a poco, se transformó en una guerra sin cuartel. Las tablas y las sillas se convirtieron en armas improvisadas. Los luchadores rompieron el cerco del cuadrilátero y, por momentos, el ring del Roma parecía un auténtico manicomio.

No se rindió

Fue entonces cuando la historia se repitió. Santo Jr., golpeado pero con el espíritu intacto, encontró un resquicio entre el caos y, con el público de pie, se lanzó en un tope suicida que recordó los mejores años del Santo original. El impacto fue brutal, pero el joven gladiador se levantó, tomó a Turipache 2000 y lo sometió con una impecable “de a caballo”, esa misma llave que ha pasado de generación en generación como símbolo de justicia y orgullo.

Final

El réferi decretó el final, la campana sonó y la arena explotó en júbilo. Santo Jr. alzó los brazos, emocionado, agradeciendo a los tuxtlecos por la pasión y el cariño. En su rostro se mezclaban el cansancio, la emoción y la certeza de haber cumplido con creces. En su primera visita a Tuxtla, el heredero del Enmascarado de Plata dejó claro que la leyenda sigue viva y que la máscara aún tiene muchas historias por escribir.

Pero la noche no terminó ahí. Con el orgullo herido, Turipache 2000 tomó el micrófono y, en medio de los abucheos, lanzó el desafío: “¡Santo Jr., te quiero mano a mano en Tuxtla!”. El público estalló nuevamente. El reto fue bien recibido por la afición, que ya sueña con una revancha que podría marcar otro capítulo memorable en la historia de la Lucha Libre chiapaneca.