La historia sigue a la insaciable y excéntrica Cruella de Vil, quien tras haber sido detenida en la primera película, se encuentra en un centro de rehabilitación y trata de superar su obsesión con la piel de los dálmatas. Sin embargo, tras ser liberada y descubrir que el mundo sigue girando, vuelve a su cometido de secuestrar cachorros dálmatas para crear su esperada prenda de piel. En el proceso, se entrelazan las vidas de varios personajes, como la investigadora de animales, la adorable Perdita, y un joven y simpático dálmata llamado Lucky. Las travesuras y el ingenio de los cachorros jugarán un papel fundamental en desbaratar los planes de Cruella.
Aunque 102 dálmatas no alcanzó el mismo estatus de culto que la película original, logró mantenerse vigente gracias a su tono ligero, la nostalgia de los fans que crecieron con el clásico, y su capacidad de conectar con nuevas generaciones. La secuela también se benefició de la popularidad del live action de 101 dálmatas (1996), protagonizada por Glenn Close como Cruella de Vil. El regreso de Close en el rol de la villana le dio un aire de continuidad a la saga, lo que permitió que la cinta gozara de un éxito moderado en taquilla y en ventas de video casero.
La idea está ya implícita en su título: se suma uno al total de la anterior entrega sin apenas variar nada más para aprovechar lo que ya funcionó. Pero ese uno, en verdad acaba siendo cero, porque no hay nada nuevo salvo una mejora considerable en la técnica para visualizar a los perros y el semimundo fantástico de la historia narrada y una continuación por parte de Glenn Close de su magnífica interpretación de un personaje que, en su forma animada, pasó a la historia.
A lo largo de los años, 102 dálmatas ha sido vista como una película de transición dentro del universo de Disney, ya que marca un punto intermedio entre la animación clásica y la nueva era del live action, mostrando cómo el estudio comenzó a explorar las adaptaciones en vivo y las secuelas más modernas.
Una de las principales lecciones es la importancia de la redención y el cambio. La historia plantea una reflexión sobre la transformación personal, especialmente en el caso de Cruella, quien, aunque sigue siendo una villana, también enfrenta un proceso de autoconfrontación, al ver cómo su obsesión con la moda y el lujo la ha alejado de lo que realmente importa. Además, los cachorros dálmatas, con su astucia y valentía, nos enseñan sobre la importancia del trabajo en equipo, la familia y la lealtad.
La cinta también ofrece una lección sobre el respeto hacia los animales, resaltando cómo las criaturas sienten y merecen ser tratadas con dignidad. A través de los personajes animales y sus interacciones, Disney refuerza la idea de que el bienestar de los seres vivos es esencial para una convivencia armónica.
Al igual que en la primera entrega, los cachorros dálmatas son el corazón de esta historia. Con sus personalidades vivaces y sus travesuras, son quienes mantienen la dinámica y el ritmo de la película, además de ser los verdaderos héroes que logran frustrar los planes de Cruella.
102 dálmatas, aunque no se lleva la corona como un clásico de Disney, cumple su función de entretener y transmitir mensajes positivos, como el valor de la familia, el respeto por los animales, y la capacidad de cambio. Su relevancia a través de los años sigue intacta, en parte gracias a la fuerza de su villana, Cruella, y a la conexión emocional que genera entre los espectadores con los entrañables dálmatas.
Es una película que, si bien se siente más ligera que su predecesora, no pierde el encanto que ha hecho de 101 dálmatas una de las historias más queridas en el universo Disney.