El 28 de noviembre de 2014 era un día casi cualquiera en los televisores de muchos hogares del país.

Era alrededor de las 14:30 horas cuando la señal de diversas televisoras se interrumpió, para enfocarse en un suceso importante, uno que trascendió el país y llegó a toda Latinoamérica, Estados Unidos y algunas partes de Europa; Roberto Gomez Bolaños “Chespirito” había fallecido a los 85 años en Cancún, sitio en el que el comediante se había retirado desde algunos años antes.

La comedia mexicana perdió ese día a uno de sus grandes artífices, creador de La vecindad del Chavo, El chapulín colorado, Los caquitos y El chancleta por nombrar algunos.

Roberto, apodado el “Shakespeare mexicano” había dejado “huérfanos” a “La Chilindrina”, “Kiko”, “El Chavo”, “El profesor Chapatín” y una lista larga de personajes que creó durante sus más de seis décadas de carrera, también dejó a sus seis hijos, Roberto, Paulina, Marcela, Teresa, Graciela y Cecilia.

Su viuda Florinda Meza, tras dar a conocer el fallecimiento de su “Robert” señalaba que “Chespirito” no estaba muerto, que seguiría en la obra que dejó, en los recuerdos de todos aquellos fans que seguirían viendo lo que creó el comediante.