Toda la obra de Abraham Ángel (Estado de México, 1905-Ciudad de México, 1924) ya se encuentra reunida en el catálogo Abraham Ángel: entre el asombro y la seducción, en el que especialistas apelan a enfocarse en su técnica y no en su vida personal. Esta publicación surge a partir de la exposición con el mismo título que se exhibió en el Museo de Arte Moderno el año pasado, a propósito del centenario de la muerte del pintor.
“De repente la vida personal pesa mucho más que la obra artística y estamos divagando un poco, en el caso de Abraham Ángel, sobre qué papel tuvo Manuel Rodríguez Lozano en su vida personal, cuándo se conocieron. Estos episodios de vida sin duda se van a colar en la creación artística, pero no definen ni son el eje que debe cruzarla”, explica en entrevista Mireida Velázquez, historiadora de arte y autora de uno de los ensayos del libro.
Ángel ha sido tratado como un personaje misterioso y legendario, pues en su corta vida, se codeó con personajes como los pintores Manuel Rodríguez Lozano, Adolfo Best Maugard, así como los escritores Salvador Novo y Xavier Villaurrutia. El ser un relevante miembro de la comunidad homosexual en la escena cultural mexicana de los años 20, y su muerte a los 19 años, en circunstancias poco claras —que han llevado a la especulación de sobredosis o suicidio—, han sido otros elementos que han “alimentado el mito” del artista.
Concentrándose en el aspecto artístico de Ángel, Velázquez explica que el pintor es la representación de la transición de la academia con las vanguardias. “Con el siglo XX comienzan a romperse reglas de representación con los planteamientos de las vanguardias artísticas, creo que eso es lo que representa Abraham Ángel la posibilidad de una mayor libertad expresiva, representa la transformación de los valores que subyacen en el arte mexicano”, indica la historiadora.
Retrato íntimo
Otros elementos relevantes en la obra de Ángel, señala Velázquez, son el cruce que hace su pintura con el arte popular, así como la introducción del tema de la urbanización de la Ciudad de México. El pintor se destacó en el género del retrato, donde capturó los rostros de gente como Manuel Rodríguez Lozano, Hugo Tilghman y su hermana, por mencionar algunos ejemplos.
“Abraham Ángel le da una vuelta a ese género y nos lo hace mucho más íntimo, mucho más moderno, mucho más cercano. Creo que es una exploración formal y de vanguardia bien distinta a lo que se venía haciendo en el arte mexicano hasta ese momento. Ángel lo hizo de una manera mucho más personal, como si se diera la oportunidad de ir desgajando la personalidad. Lo que hizo fue jugar, rompió con las reglas académicas que obligaba a retratar tal cual, y él se va por retratar la timidez, la confianza, los aspectos más psicológicos”, analiza la especialista.
Sin embargo, como bien dijo Velázquez, los datos personales se cuelan en el catálogo, con una serie de testimonios escritos por Manuel Rodríguez Lozano, Diego Rivera, Xavier Villaurrutia, José Juan Tablada y Salvador Novo que se publicaron como un homenaje al artista en 1924.
“Cuando él muere, de inmediato se hace toda una leyenda, pero finalmente ellos fueron sus amigos. Va a ser muy difícil sustraerlo de ese personaje que se creó en el siglo XX, pero creo que el poder remitirnos a su creación es el punto de partida para conocerle”, reconoce Velázquez.
El libro también cuenta con un ensayo escrito por Mark A. Castro, curador de la exposición y del Museo de Arte de Dallas, recinto en el que también se exhibió la obra del mexicano.