Alaíde Ventura presentó su obra Autofagia, acompañada por las escritoras Fernanda Melchor y Karina Sosa, en La Increíble Librería. “El libro, editado por Random House, trata del cuerpo y requiere el cuerpo lector”, dijo la autora. El 29 de noviembre, será comentado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).
Ventura Medina refirió que este relato se enlaza con Entre los rotos, por el que obtuvo el Premio Mauricio Achar Literatura Random House 2019 y en el que la escritora “quería hacer algo distinto; estaba en primera persona con una voz muy cercana a la mía, que mucha gente confundió con testimonial, o sea, pensaban que era autobiográfica. Ahora intenté ir más hacia la ficción, en tercera persona”.
Añadió que le interesaba “escribir una novela en espiral, que fuera tal cual un río, removiendo todo. Comienza con algo muy sencillo que puede ser una chica esperando a su pareja y luego esto conlleva a relaciones de poder, de clase, a recuerdos pasados, violencias, deforestación, etcétera, hasta llegar a revolverlo todo”.
La escritora mencionó el fenómeno de la autofagia en el que un organismo en ayuno consume los sobrantes almacenados, y lo extendió como metáfora: comer tu propia historia, editarte, hacerte una versión tuya, moldearte; así como la autofagia de la especie humana y de la pareja. “Los personajes son una pareja que se come a sí misma; o sea, una se come a la otra. Hay un ejercicio de poder también; aunado a la autofagia de la industria que fagocita el río, el ecosistema, el mundo... Todo comiéndose a sí mismo, en varios niveles”, detalla.
La novelista reconoció que su texto incluye “un montón de cosas de mi vida, cosas que conozco y he investigado. No me estoy inventando nada, pero es una ficción. Estamos viendo a la protagonista. No se vale que ahora me digan ‘eres tú’. Quise escribir una novela más complicada, un reto de lectura más intenso. No es una novela que puedas leer en una sentada, como Entre los rotos, en la que sí quería dar un navajazo: entrar y salir”.
La narradora se dijo obsesionada por la memoria en términos de los recuerdos y cómo accedemos a ellos, que no funcionan a voluntad, sino con el cuerpo, pues un cuerpo subalimentado y con insomnio tiene pocos recursos energéticos y materiales para tener control. Entonces las rumiaciones, las tendencias a la obsesión, están potenciadas.
Reseñó que su protagonista está fijada en un recuerdo específico: el de Ana, su pareja, pero en realidad eso es como una lámpara que alumbra muy fuerte y de ahí se clava, está como ideada, pero alrededor hay muchos otros que comienzan a colgarse.
Sobre la forma de narrar en una especie de fragmentos, explicó que estos permiten que la memoria tenga detonadores que se enlazan en sensaciones y a veces un recuerdo se engarza con otros, ya ni siquiera dependiendo del entorno real, ni en campos semánticos, porque a veces no tienen sentido, simplemente son detonadores perceptuales