En apenas seis meses, Alexis Omman transformó por completo la magnitud de su trabajo. Lo que antes eran videos en los que regalaba coches o viajes ahora son proyectos de ayuda estructural: arreglar el suministro de agua de una comunidad o incluso construir una pequeña ciudad con diez casas, un parque, una escuela, un centro comunitario y un centro de salud. Un salto enorme que solo fue posible gracias a un proceso meticuloso de ajustes, ensayo y error para que más personas apoyaran su causa y permitieran que los presupuestos crecieran.
Primeros pasos
Nacido en el seno de una familia de clase media en Veracruz, el influencer es hijo de un militar y de una madre que se dedicó al hogar y a sus hijos. Desde muy chico, entendió que la estabilidad no era un lujo para su familia. Debido al trabajo de su padre, las mudanzas eran constantes, hasta que finalmente encontraron un hogar más permanente en Manzanillo, Colima. Ahí, en ese entorno de cambios y disciplina, Alexis se forjó con un carácter resiliente. "La gente me ve y asume que vengo de una familia rica, que soy algún hijo de papi, pero eso no podría estar más lejos de la verdad", comenta.
Lo cierto es que desde pequeño vivió en un ambiente estricto, donde el esfuerzo y la dedicación eran más que palabras: eran el modo de vida. Esa mentalidad lo llevó a perseguir la excelencia en todo lo que hacía. "Siempre quise ser el mejor en lo que me proponía. Era como una obsesión", admite. Su disciplina le permitió destacar académicamente, hasta obtener una beca completa en el Tec de Monterrey de la Ciudad de México, una de las instituciones educativas más prestigiosas a nivel nacional. Sin embargo, lo que parecía una carrera asegurada en el mundo laboral pronto se convirtió en una trampa silenciosa.
Espíritu emprendedor
Al salir de la universidad y conseguir un empleo destacado en el sector financiero, Alexis se encontró inmerso en una rutina que lo hizo cuestionarse quién era y hacia dónde iba. "Todos decían que lo había logrado, que ya la había hecho, pero yo me sentía atrapado. Sí, el dinero no me iba a faltar, pero odiaba lo que estaba haciendo, estaba perdiendo mi propósito, y eso me llevó a una depresión profunda", confiesa. "Era una lucha diaria conmigo mismo. Sabía que esto no me hacía feliz, pero no sabía cómo salir de ese hoyo".
En busca de una salida, intentó varios caminos: un negocio de popotes biodegradables, un taller de autos, incluso un proyecto de comida. Nada le daba la satisfacción que buscaba, y con cada intento fallido, su desmotivación aumentaba. Hasta que la chispa se encendió inesperadamente cuando, por casualidad, escuchó a diversos creadores de contenido hablar sobre Tiktok. Era un terreno nuevo, una plataforma donde, pensó, quizá podía explorar una vocación distinta. Alexis decidió intentarlo, pero desde un enfoque más profundo. Pronto se obsesionó con entender el funcionamiento de los algoritmos, cómo contar historias y cómo editar contenido de manera efectiva, todo con tutoriales en Youtube. Así fue como comenzó en Tiktok, subiendo videos de comedia, sketches ligeros y de aventura.
Decidido a ayudar
Al poco tiempo de comenzar a crear contenido, se dio cuenta de que su impulso no era solo hacer videos entretenidos. Desde el inicio, supo que debía enfocarse en algo que dejara una huella positiva en las personas. De esta manera, su propuesta se volvió un reflejo de sus deseos de contribuir, de dar algo de sí mismo a los demás. Su primer video viral fue un sencillo gesto de regalar cubrebocas al inicio de la pandemia. Desde entonces, sus videos crecieron en magnitud e intención, hasta convertirse en proyectos que brindan una ayuda significativa y real.
Hoy, con más de 25.3 millones de seguidores solo en Tiktok, Alexis ha hecho de su voz una herramienta de transformación. Esa transición, sin embargo, fue solo el inicio de una promesa mayor. Desde entonces, guarda en su celular una frase que lo acompaña como un mantra diario: "Serás uno de los creadores más grandes de Latinoamérica". Es una meta, pero también una declaración de compromiso. Para él, esa frase es un recordatorio de su misión, la esencia de todo lo que hace.